Aitor González J.

“La Navidad también puede ser un lugar donde los niños desaparecen.” Joe Hill no escribe sobre la Navidad. La disecciona. En NOS4A2, el autor convierte una de las festividades más asociadas a la infancia, la protección y la promesa de felicidad en un territorio corrupto, deformado y profundamente inquietante. Aquí no hay villancicos reconfortantes ni luces que ahuyenten la oscuridad: hay carreteras secundarias, bicicletas que abren grietas en la realidad y un Santa Claus que no reparte regalos, sino que roba algo mucho más valioso.

La novela gira en torno a Victoria McQueen, una niña con la capacidad de encontrar cosas perdidas… y de perderse a sí misma en el proceso. Al otro lado del tablero está Charlie Manx, una figura monstruosa que se alimenta de la inocencia infantil y que arrastra a sus víctimas a Christmasland, un parque navideño eterno donde la alegría es obligatoria y la risa, una forma de tortura. Hill construye su terror no desde el sobresalto inmediato, sino desde la acumulación: cada página añade una capa más de podredumbre a un universo que parece brillar solo para ocultar mejor sus grietas.

NOS4A2 funciona como novela de terror, pero también como relato de trauma. La infancia no es aquí un refugio, sino un campo de batalla. Los niños que pasan por Christmasland no regresan indemnes; lo mismo ocurre con Vic, cuya evolución a lo largo del libro es uno de los mayores aciertos de la obra. Hill entiende que crecer no siempre significa sanar, y que hay heridas que se integran en la identidad hasta confundirse con ella.

Desde una lectura psicológica, Charlie Manx no es solo un villano sobrenatural: es la representación del adulto que necesita poseer, controlar y congelar a los niños en un estado de dependencia perpetua. Su obsesión por una Navidad eterna es, en el fondo, una negación enfermiza del tiempo, del cambio y de la autonomía ajena. Christmasland no es un paraíso; es una cárcel decorada con luces.

La prosa de Hill es ágil, visual y muy consciente de su herencia literaria. Hay ecos de Stephen King, sí, pero también una voz propia que sabe cuándo detenerse en lo grotesco y cuándo dejar que el lector complete el horror con su imaginación. NOS4A2 es extensa, ambiciosa y, en ocasiones, asfixiante, pero nunca gratuita. Cada exceso está al servicio de una idea clara: el mal no siempre se presenta como amenaza directa; a veces se disfraza de promesa.

Leer NOS4A2 en Navidad es una experiencia incómoda, casi subversiva. Obliga a replantearse qué significa proteger a un niño, qué tipo de mundos les construimos y cuántas veces confundimos seguridad con control. Joe Hill firma aquí una novela oscura, perturbadora y extrañamente honesta, que demuestra que incluso las fechas más luminosas proyectan sombras largas.

(Para quienes disfrutan de la exploración psicológica del poder, la vulnerabilidad y la manipulación, aviso: mi novela Icaria, de cosecha propia, se encuentra ya en sus últimos pasos antes de publicarse. Una historia donde memoria, control institucional y cuerpos que no siempre obedecen se cruzan en un entorno que no siempre es lo que parece. Si os atraen las narraciones donde el ser humano se convierte, sin quererlo, en su propio laboratorio, estad atentos. A veces, lo que llamamos protección… es solo otra forma de encierro.)