Héctor Peña Manterola.

Como historiador, cuando me acerco a una novela histórica no lo hago solo con la perspectiva de profundizar en el abismal pozo de conocimiento que es la propia historia. Necesito que me cuente algo más. Que evoque en mí los rastrojos de un mundo que ya no es, por el que a menudo paseamos sin ser conscientes de que la memoria está ante nuestros ojos.

Rastro de sangre, de Óscar de los Reyes, a quien considero compañero y amigo, nos presenta un thriller histórico ambientado en una de las etapas más convulsas de nuestro país: la infancia del Hechizado, el último de los Austrias. Un asesino serial causa el terror en la corte, amenazando con desequilibrar una balanza frágil y poner en jaque a un imperio ya moribundo.

La premisa es potente, lo sé. La ejecución también. No solo se nota el excelso trabajo documental que consigue que, como lector, te sientes de otra época, con otros modales y costumbres, sino que logra que empaticemos con unos personajes tan distintos de nosotros sin caer en maniqueísmos.

La novela mantiene el pulso desde las primeras páginas, al describir un sangriento acto sexual con una belleza léxica exquisita. Nuestros pesquisidores tardarán en entrar en escena, pero cuando lo hagan sacarán una sonrisa a los lectores de La Biblia escarlata, la anterior novela de Óscar, publicada también por Ediciones B, sello de Penguin Random House.

Desde ese momento, Óscar nos conducirá a través de un laberinto de pistas falsas y posibles culpables, y es que en una buena novela de misterio todos tienen motivos para cometer el (o los) crimen.

Podéis encontrar Rastro de sangre en cualquier librería o plataforma online.