Pilar Martínez Manzanares.

Las tres familias es una de esas novelas que sorprenden desde su premisa y conquistan por la fuerza de su ejecución. Miguel Ángel González parte de una hipótesis tan audaz como irresistible —¿y si la mafia italiana tuviera un remoto origen español?— para construir un relato que entrelaza dos épocas, dos mundos y dos destinos unidos por un mismo hilo de sangre. El resultado es una obra vibrante, sólida y profundamente humana, que combina aventura histórica, intriga criminal y un emotivo viaje identitario.

La novela se abre en la Sicilia de 1957, donde seguimos a Hueso, un joven huérfano que ha aprendido a sobrevivir en las calles de Palermo con astucia, descaro y una resiliencia casi instintiva. Su vida parece condenada a la marginalidad hasta que un objeto que siempre ha llevado consigo —un camafeo hallado junto a él cuando fue abandonado de bebé— se convierte en la llave que abre un pasado inesperado. Ese pequeño talismán, cargado de misterio, lo conecta con una historia que se remonta al siglo XV y que cambiará para siempre su destino.

El salto temporal nos lleva entonces a la Castilla medieval, donde tres hermanos huyen tras vengar la muerte de su hermana a manos de un señor feudal. La narración de esta parte es especialmente poderosa: González recrea con precisión el ambiente áspero de la época, la sensación de persecución constante y la determinación de unos jóvenes que, sin pretenderlo, sembrarán las raíces de lo que siglos después será una de las organizaciones criminales más temidas del mundo. El viaje de uno de ellos hasta Sicilia, portando el medallón familiar, establece un puente narrativo que el autor explota con gran habilidad.

Cuando Hueso descubre que es el último descendiente de aquella estirpe, la novela acelera hacia una trama de poder, lealtades enfrentadas y secretos largamente enterrados. González maneja con soltura el ritmo, alternando escenas de tensión con momentos de introspección que permiten al lector conectar con el protagonista y comprender el peso simbólico de su legado.

Las tres familias destaca por su capacidad para unir pasado y presente en un relato coherente, emocionante y lleno de matices. Es una novela que reflexiona sobre la identidad, el destino y la fuerza de las raíces, demostrando que, a veces, la sangre escribe historias que atraviesan siglos.