Por Raquel Martínez. @raquelmc83
El auge de la autopublicación nos ha traído al mercado miles de historias diferentes, pero nadie dijo que sería fácil. Dentro de BookTok se comenzó reseñando libros de moda, como la saga de «Los chicos de Tommen», ACOTAR o la «Saga Imperio». Pero, a la vez que deseábamos tener el primer ejemplar en la mano de estos bestsellers, surgió algo paralelo: nos lanzamos a escribir.

La autopublicación siempre ha estado ahí; Elisabet Benavent, Lena Valenti y Cherry Chic son ejemplo de ello: empezaron siendo autopublicadas. No obstante, el boca a boca hace mucho y es la mejor publicidad; si te ha gustado, lo vas a recomendar, y así sucesivamente. De vender cien ejemplares en seis meses pasas a cien mil en un año y a ser fichada por una editorial de renombre.
Pero esto es algo tan complicado que se puede comparar con los cuentos de princesas en los que el príncipe te elige y vivís (o mejor dicho, escribís) felices y comiendo… lo que queráis; basta ya de perdices.
Vamos, si eres uno de los agraciados a los que les ha tocado la lotería editorial —me refiero a las editoriales tradicionales, no a las de coedición, tema del que podemos hablar largo y tendido por las experiencias que hemos sufrido muchos autores y que estaré encantada de que me contéis— y firmáis por un sello de Random House o de Penguin, leed bien el contrato, las regalías y las cláusulas. Lo mismo tenemos entre los autopublicados al nuevo fenómeno literario.
Hay tal cantidad de historias que, por no estar muy publicitadas o pertenecer a autores con cuentas pequeñas, terminan deslumbrándote por su pluma o por cómo el autor ha conseguido, en menos de un capítulo, meterte por completo en el mundo que ha construido. Os lo recomiendo: buscad joyas entre autopublicados; plácidamente, cada semana os presentaré a uno.
Pero también, el filtro de Amazon debe de estar un poco roto. Ya que hay autores que se dejan la vida para ofrecer un producto de calidad, pero parece que para otros es un juego y en vez de encontrar un diamante te puedes encontrar un cacho de cabrón, porque aquí todo vale… busca referencias, reseñas de Amazon, y anda con cuidado no vayas a pisar… pues eso.
- El calvario de autopublicar
Sí, he puesto «calvario». No es un camino de rosas. La cuesta puede estar más o menos empinada, pero es una pendiente en la que tienes que ir solventando obstáculos como si estuvieras en una pantalla de Super Mario.
Empezamos por el síndrome de la página en blanco: entra el primer pánico en el cuerpo. Aunque lo tengas todo estructurado, al primer capítulo le vas a dar más vueltas que a una noria hasta que quede como tú quieres. Vamos, la idea que tenías en la cabeza la mayoría de las veces acaba siendo algo parecido, pero en tu «coco» parecía mejor que al escribirlo. Quién no ha dicho alguna vez, releyendo un párrafo: «Pero qué coño he hecho». Os suena, ¿verdad? Y estar toda una santa tarde dándole vueltas al dichoso párrafo.
Pero una vez que, después de darle ochenta y cinco millones de vueltas, parece que cada coma está en su sitio y cada acento puesto; después de intentar hablar neutro —ya que en cada comunidad unos somos leístas, otros laístas y otros «loistas»— y que esté todo correcto según la RAE, tú no te terminas de fiar. Se lo mandas a alguien que ve cosas que tú, aunque las tengas delante, no has visto, y te sientes inútil. Gracias a los betas y a los correctores; pero, si es tu primer libro y no tienes mucho presupuesto, no te puedes dar el lujo de contratar a uno, así que al final se lo pasas a tres o cuatro personas.
Bien. Una vez que te arrancan el manuscrito de la mano —porque siempre puede haber cambios de última hora—, llega el momento de maquetar. Si coges las plantillas de Amazon, te ves ochenta vídeos de cómo hacerlo y, si eres como una servidora, lo dejas por imposible. Ahí es donde, si estás dentro de BookTok y se te aparece el ángel de la guarda, lo conseguís. Gracias, mi salvador.
Venga, vamos por la portada: Canva. Si te puedes permitir una ilustradora… ya os digo que con el primer libro ni de coña. Pero al final encuentras la manera y, una vez que aparece el archivo preparado para subirlo a Amazon, lloras, porque al final ha sido un calvario aun saliéndote a la primera. Porque tengo testimonios de autores autopublicados que confiaron en una correctora y el libro llegó con más faltas que cuando se entregó. O un maquetador que convierte el sueño de tu vida en un «cromo», con unos márgenes desproporcionados y una fuente que ni Ojo de Halcón sería capaz de ver. ¿Y qué pasa? Que vuelve a empezar el dichoso calvario, porque esto no acaba aquí.
Amazon no tinta los cantos, que es la tendencia actual. Para ello tienes que mandar el manuscrito cuadrado al milímetro a una imprenta en Polonia y cruzar los dedos para que salga bien, que no se retrasen los pedidos o cualquier otra cosa que se te pueda ocurrir.
Pero, una vez que tienes el primer ejemplar en tus manos, te conviertes en un torrente de emociones imposible de describir: alegría, emoción y una tembladera que te hace casi imposible abrir tu libro. Porque sí, ya está, ya lo tienes; y ahora, a darle «promo».
Así que concluyo para aquellos que se quieren lanzar: no tenéis nada que perder. Si os encontráis perdidos dentro de la comunidad de TikTok, siempre os van a echar una mano. A mí me la tendieron y hay que seguir la cadena; si puedo ayudar, no me cuesta nada, solo contar mi experiencia. Ánimo.

