Sergio Vargas.

Entre novela y novela, me gusta zamparme un buen cómic, en este caso deberíamos hablar de novela gráfica. Me puse manos a la obra con una recomendación que leí en un diario del que fio, no ranking “babélicos”. Y me topé con Los Incorregibles de Julia Wertz, no había leído nada suyo anterior, empecé a sumergirme en la historia sin saber nada del currículum personal real de la autora. Sabía que le apasiona el dibujo, más bien de tipo caricaturesco y escribir. Incluso llegó a trabajar para la prestigiosa revista The New Yorker y a la vez colaborar en cómics. Paso muchos años viviendo en la gran manzana donde se desarrolla este libro.

El tema de las adicciones suele estar presente en su obra y sobre todo mandar a la mierda a ese tipo de personas, que hacen juicios sin saber el infierno que está pasando una persona alcohólica, como es el caso. Wertz describe su adicción al frasco y las medidas que tomo para ponerle freno (como dicen los de A3 noticias). Tubo sus depres y sus momentos de euforia, hasta que poco a poco se fue regulando y teniendo una vida más saludable. Acudía a las reuniones de alcohólicos anónimos que tanto salen en las series de televisión y que la ayudaron mucho.

Su casa es un sótano ilegal y mientras acudía a su trabajo como dibujante, donde se mezclaba con personas de éxito, le gustaba explorar los edificios abandonados de la ciudad de N.Y. Su vida amorosa no era Walt Disney, siempre terminaba con el hombre equivocado. La protagonista posee una personalidad única. Wertz dibuja de forma muy original y sientes ganas de empatizar con sus personajes y hay mucho tiempo para la diversión en esa vida tan ordinaria y en principio deprimente.

Por ejemplo, en la página de inicio la protagonista se estrella con un coche de alquiler y antes de que parpadee Wertz nos cuenta a modo de “feedback” como ha llegado hasta allí de forma desternillante. La franqueza del libro es un punto a favor, se habla abiertamente de su alcoholismo pero utilizando mucho la metáfora y chistes, que son de agradecer para no caer en el tremendismo. La ironía no hace acto de presencia pero si las escenas ridículas donde te toca sonreír por su contenido autocrítico y raruno.

Una escena a destacar es cuando Wertz va a terapia y descubre lo que sus colegas llaman “la luz del suicidio” refiriéndose a esa luz cálida que entra por nuestras ventanas antes de que se ponga el sol, un espectro también protagonista en esta obra. Confiesa Wertz: “La forma en que me presento en los cómics es de estilo caricaturista, pelo negro corto y ojos de bicho. Elegí el estilo rápido sin pensármelo mucho, para separar mi verdadero yo de mí yo en dibujos animados”. Los Incorregibles (aunque no lo parezca) es esperanzador y nos demuestra que una artista puede avanzar sin quedarse bloqueada en trabajos anteriores, sigue evolucionando y da a la audiencia lo que a ella le venga en gana con sus rarezas inclusive y sin show ninguno.