ESPAÑA EN SORDINA
EDIFICIOS QUE SE MUEVEN

La arquitectura moderna ha terminado en el aburrimiento y la aridez. En el calvinismo más tétrico.
Y lo último del urbanismo, el diseño más actual acaba con toda vida, lo convierte todo en triángulos y rombos, en la tiranía del rombo. Donde no se puede respirar.
La arquitectura moderna se convirtió en el calvinismo más fanático y despiadado, en un mundo sin cuerpo y sin cabellos. El integrismo o el calvinismo.
Si un tipo dijo hace cien años dijo: EL adorno es un crimen, ahora se puede decir: El simplismo es un crimen. Porque el simplismo arrasa con toda vida y variedad en la tierra. Un calvinista o un arquitecto ultramoderno es como un degenerado que provoca incendios.
Pero lo moderno fue en su día liberación y audacia. Fue quitar paja y poner vida intensa. Y eso también ocurrió en España.
Siempre me fascinó el edificio Torres Blancas de Sainz de Oza en Madrid. Fui varias veces para verlo expresamente. Me encantaba ese vértigo. Esos volcanes curvos que giraban sin fin como peonzas. Eso sí era audacia moderna, no la gilipollez de los rombos por todas partes.
Admiro a Sainz de Oza y él construyó una España con vida. De balcones que giran y edificios que se mueven. De verdadero dinamismo. Donde la modernidad no se convirtió en un academicismo aburrido y en una fabricación de edificios rutinaria. No en la gilipollez que dijo aquel arquitecto: Los edificios como máquinas de habitar.
España no es una máquina para habitar. Es un balcón dinámico para vivir. Me imagino a amantes besándose en esos balcones giratorios. O incluso haciendo el amor. Libres de rombos gilipollas.
ANTONIO COSTA GÓMEZ
FOTO DE CONSUELO DE ARCO

