Pilar Martínez Manzanares.
La nueva edición de Bambi, de Felix Salten, publicada con las delicadas ilustraciones de Ana Santos, devuelve a este clásico su aliento más hondo: el de una fábula luminosa y trágica sobre la vida, la pérdida y la maduración. Lejos de la versión edulcorada que popularizó el cine, esta novela es un relato de iniciación que no esquiva la crudeza del mundo natural ni la violencia que lo atraviesa.

Desde sus primeras páginas, seguimos al cervatillo en su despertar al bosque: un entorno majestuoso, vibrante, pero también implacable. La armonía aparente entre especies se ve constantemente amenazada por la lucha por la supervivencia y, sobre todo, por la irrupción del ser humano, figura ominosa que encarna el miedo y la destrucción.
Salten escribe con una precisión casi etológica, pero su mirada va más allá del comportamiento animal: en cada escena late una reflexión sobre el crecimiento, la pérdida de la inocencia, el vínculo con los otros y el aprendizaje del dolor. Bambi es, en el fondo, una metáfora conmovedora de la condición humana, escrita con una sensibilidad que no ha perdido vigencia.
Las ilustraciones de Ana Santos acompañan el texto con una ternura contenida, capturando tanto la fragilidad como la dignidad de sus criaturas. Esta edición es, sin duda, una invitación a redescubrir un libro que no solo habla de animales, sino de nosotros mismos.

