Horacio Otheguy Riveira.
Las señas de un buen autor tienen, siempre, un lugar destacado en sus obras menores. Allí donde menos se le espera, aparece para encantarnos con sus juegos de palabras, con personajes confundidos que acaban dando zarpazos, chicas entusiastas en ponerse bigotes para despachar moscones, desencuentros surrealistas…
Así sucede con Manuel Benito, a quien aplaudimos en estas páginas como traductor de, por ejemplo, El curandero, y como dramaturgo de dos piezas excelentes: 337 KM (sobre el síndrome de Asperger) y el desternillante docudrama en torno al secuestro del cuerpo de Chaplin: Un cadáver exquisito.
La irresistible seducción de una buena comedia
Maldito Bar también tiene su grado de excelencia tras la apariencia de comedia televisiva con jóvenes que se reúnen para determinados fines, casi siempre inconfesables, no por altamente morbosos, sino por carencia de aptitudes para confraternizar o solidarizarse con el otro.
Con cuatro personajes fluye una comedia desternillante, que como las mejores piezas de humor teatral, guarda -secretamente- una desolación que va cuesta abajo de manera vertiginosa.
Vértigo, no de Hitchcock, sino de Benito, autor, y Jacobo, el director, en un tratamiento de comedia de costumbres que se tuercen con vínculos felizmente absurdos, entre los cuales hay un formidable homenaje a Ionesco encarnado en una pareja que va y viene —entre otras escenas en que los intérpretes se desdoblan— pero esa chica y ese chico reaparecen en un intenso desencuentro que se expresa en la mutua indecisión de qué platos encargar al impaciente camarero…
Un diálogo ionescano con muy acertada incursión nacional en busca de una reconciliación tal vez imposible. La boca abierta, los ojos ya lacrimosos y por otro lado el runrún de un enfermo de cáncer que ha de soportar la indiferencia de su mejor amigo, obsesionado con una accidentada depilación, mientras en otra orilla —otra mesa del Maldito Bar, así bautizado por los nuevos dueños— una chica se desenvuelve de maravilla en un número musical (compuesto por la actriz que lo interpreta) que hace las delicias de un público, ya para entonces irremediablemente conquistado.

Cuatro intérpretes en varios personajes con notable dominio de la mejor comedia: sin estridencias ni exasperante histrionismo. Un punto justo que torna verosímil hasta la situación más disparatada.
Intérpretes: Julio Peña/Dani Vitallé; Paula Mori, Paula Colorado, Nacho Laguna
Idea original y dramaturgia: Manuel Benito
Dirección: Jacobo Muñoz
Diseño de sonido y Composición Musical: Paula Mori
Técnico de iluminación y sonido: Robi Marez
Prensa y comunicación: Manuel Benito

