Pilar Martínez Manzanares.
Las lindes es una novela que sorprende por su capacidad para convertir un viaje familiar en carretera en un territorio emocional lleno de aristas, silencios y revelaciones. Mónica Sánchez construye una historia íntima y poderosa que, sin necesidad de artificios, atrapa desde el primer capítulo gracias a la autenticidad de sus personajes y a la atmósfera casi hipnótica que envuelve cada página.

La trama arranca con Marina, una dramaturga barcelonesa que, en pleno verano, se sube al coche junto a su madre Blanca, su hermana y su sobrina para emprender un trayecto hacia una aldea gallega. Lo que podría parecer un simple desplazamiento estival se convierte pronto en un viaje hacia el pasado, hacia aquello que se ha callado durante años y que ahora, inevitablemente, empieza a aflorar. Blanca ha recibido por fin los mapas de las fincas heredadas y quiere venderlas, pero lo que realmente la espera en Galicia es un reencuentro con su propia historia, con un territorio marcado por los maizales altos y los bosques de castaños, nogales y robles que guardan secretos familiares bajo la tierra húmeda.
Uno de los grandes aciertos de la novela es la forma en que Sánchez convierte este desplazamiento en una especie de wéstern emocional. Las tres generaciones de mujeres avanzan por la península como si cruzaran una frontera invisible, cada una cargando con sus propias heridas, expectativas y cuentas pendientes. El aire inquietante que acompaña el viaje no proviene de amenazas externas, sino de lo que cada una teme descubrir de sí misma y de las otras. La autora maneja con maestría esa tensión sutil, casi subterránea, que crece a medida que se acercan al destino.
La escritura es precisa, evocadora y profundamente sensorial. Galicia aparece retratada con una belleza agreste, casi mítica, donde el paisaje no es un simple decorado, sino un personaje más: un espacio que observa, guarda y, finalmente, revela. Las conversaciones entre las protagonistas —a veces incómodas, a veces tiernas, siempre verosímiles— sostienen una trama que avanza con un ritmo pausado pero firme, como quien camina hacia una verdad que no puede seguir evitando.
Las lindes es, en definitiva, una novela sobre la memoria, la identidad y los vínculos que nos definen incluso cuando intentamos ignorarlos. Un libro que emociona sin caer en sentimentalismos y que deja una resonancia profunda mucho después de cerrar la última página.

