JOSÉ LUIS MUÑOZ
Cine gótico made in Ireland. La directora irlandesa Lisa Mulcahy, bregada en series televisivas, adapta para la pantalla la novela Tío Silas —publicada en España por Laertes y Valdemar— de uno de los autores clásicos de la literatura fantástica y de terror de su país, Joseph Sheridan Le Fanu, y lo hace sin desviarse un ápice de los cánones del género con una realización preciosista que mima el detalle para trasladar al espectador a la época y a un siniestro caserón perdido en el campo sobre cuya propiedad disputan la joven menor de edad y huérfana Maud (Agnes O´Casey) y su ambicioso tío Silas (David Vilmot) que, con sus hijos Edward (Chris Walley), un patán violador, y Emily (Holly Shurton), y su institutriz (Graiine Keenan), se instalan en su casa, la hacen suya y van poco a poco anulando la libertad de su moradora legítima.
Lisa Mulcahy domina el crescendo de esa narración turbia de dominación psicológica de la protagonista por parte de sus familiares intrusos para derivarla, en su tramo final, hacia el cine de terror y el thriller. El legado, por su precisión, ambientación y el halo de misterio que envuelve sus imágenes, recuerda al Hitchcock de Rebeca, de hecho bebe mucho de él en sus escenas nocturnas. La mayor virtud de la película es precisamente su aire canónico, no apartarse de las reglas del género y filmar con asombrosa eficacia esas tensas comidas y cenas familiares impuestas a la protagonista Maud por sus parientes invasores y parásitos. La negativa tozuda de ella a matrimoniar con su primo Edward será uno de los caballos de batalla de El legado que es, también, una denuncia de la situación de desamparo legal —Bryerly (Mark Doherty), un médico de familia, insinúa que la histeria femenina se combate con internamiento en un centro psiquiátrico y duchas de agua fría, en una clara advertencia a Maud— de la mujer en el siglo XIX, con lo que también es un alegato feminista y la protagonista se manifiesta como mujer rebelde y empoderada frente a los designios masculinos por doblegar a toda costa su voluntad.
Lisa Mulcahy huye de las tormentas, las puertas que chirrían, la oscuridad y los sustos en este film tan bello —la fotografía de Eleanor Bowman es fundamental, sobre todo en las secuencias filmadas a la luz de las velas— como desasosegante que es un duelo a muerte entre ese tío desalmado y manipulador y su obstinada sobrina que se resiste a dar su brazo a torcer. El resultado, a pesar de un final algo cuestionable, es muy positivo. La pueden ver en la plataforma Filmin.

