Una de las cualidades que hizo de Akira Kurosawa un gran cineasta fue su elevada sensibilidad e interés por prácticamente todas las artes. No siempre se dice que Kurosawa fue también un gran lector, especialmente de literatura extranjera, e igualmente tuvo una notable inclinación por las artes plásticas, las cuales admiró y en algunos casos practicó.

En este sentido, es posible decir que el director fue también un gran amante del cariz estético de la vida. Después de todo, eso provoca el cultivo de nuestra faceta creativa: darnos cuenta de que estamos rodeados de belleza, la cual, si a veces no la vemos, es sólo por falta de hábito o porque hemos dejado de ejercer esa sensibilidad.

Recuperamos ahora esa forma tan especial de vivir y experimentar el mundo con motivo de una declaración que Kurosawa hizo poco después de haber visto Solaris, el clásico de Andrei Tarkovsky (1972). El ruso es, en este sentido, una especie de “hermano espiritual” de Kurosawa, pues él también ejerció un poderoso ímpetu estético en su obra fílmica, incluso en un filme de ciencia ficción como Solaris. Al respecto, dijo Kurosawa:

Hemos disfrutado de un maravilloso progreso en la ciencia, ¿pero adónde nos lleva esto como humanidad? Esta película, que es temerosa emoción en estado absoluto, logra conjurar esta misma en nuestra alma. Sin ella, una cinta de ciencia ficción no será nada más que una fantasía insignificante.

Estos pensamientos iban y venían mientras miraba la pantalla.

Tarkovsky estaba a mi lado, entonces. Estaba en una esquina del estudio. Cuando la película terminó, se puso de pie, me miró como si se sintiera disminuido. “Muy bien”, le dije, “me hace sentir miedo auténtico”. Tarkovsky sonrió con timidez, pero feliz. Brindamos con vodka en el restaurante del Instituto Fílmico. Tarkovsky, que usualmente no bebía, tomó aquella vez mucho vodka y llegó hasta a apagar el altavoz que llenaba el restaurante de música; comenzó a cantar la canción del samurái de ‘Los siete samuráis’, a voz en cuello.

Y como si fuera a competir con él, me le uní.

Porque en ese momento estaba muy feliz de encontrarme viviendo en la Tierra.

‘Solaris’ hace al espectador sentirse así, y ya sólo esto demuestra que no es una película ordinaria de ciencia ficción. De verdad provoca de alguna manera horror puro en nuestra alma. Y está bajo el dominio total de la profunda percepción de Tarkovsky.

Esta declaración forma parte de un ensayo que Kurosawa escribió en 1977 para el diario Asahi Shinbun a propósito del filme de Tarkovsky y, más allá de la circunstancia, sin duda nos ofrece un argumento irrebatible para igualmente admirar ese clásico de la ciencia ficción. ¿Quién no, como él, quisiera sentir ese agradecimiento de vivir ahora y, sobre todo, aquí?