Así nació el Nadal

Por Sara Roma

El 6 de enero se otorga, en el curso de la tradicional velada literaria que tiene lugar en el Hotel Palace de Barcelona, el Premio Nadal de Novela, que en esta ocasión llega a su 70ª edición. En el mismo acto se entrega el Premio Josep Pla (46ª edición) de prosa en lengua catalana.

Este año se han presentado al premio 231 novelas de España y del mundo entero. Las obras que aspiran al galardón reflejan, un año más, la gran riqueza de registros, aunque abundan las de intriga y corte intimista.

La novela ganadora de 2013 fue Estaba en el aire, de Sergio Vila-SanJuan.

Así nació el Nadal

Tras el éxito de su novela Mariona Rebull, el escritor y director del semanario Destino, un treintañero Ignacio Agustí, se pregunta cuántos escritores están todavía por descubrir en la aletargada literatura española de posguerra. Con el propósito de “despertar docenas de novelistas dormidos en los rincones anónimos del país”, Agustí piensa en una réplica del premio Joan Crexells que instauró el Ateneo Barcelonés en 1928 con el propósito de revitalizar el género novelístico y plantea su idea a Josep Vergés y Joan Teixidor, socios del semanario y de Ediciones Destino. 

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Teixidor propuso nombrar bautizar el premio con el nombre de Eugenio Nadal, Catedrático de literatura y redactor jefe de los primeros números de Destino y que acababa de fallecer el 10 de abril de 1944 a los 27 años. Por su parte, Ignacio Agustí redactó las bases siguiendo el modelo de los premios Crexells y Folguera que se otorgaban en Barcelona antes de 1939. Se elige como fecha la festividad de Reyes, según palabras del propio Agustí, para liberarse de la sobredosis de fiestas navideñas y se dota con cinco mil pesetas.  

El Nadal fue una buena idea en aquellos tiempos de férreo franquismo: al presentarse en sociedad la novela ganadora como un hecho consumado y contar con el eco inmediato de los medios de comunicación, se favorecía su publicación y mermaba las posibilidades de ser prohibida por la censura. 

NadaEl último día de plazo de admisión –se habían recibido veintiséis originales- las opiniones del jurado experimentan un sorprendente vuelco: aterriza en la redacción de Destino un sobre de correo urgente con un manuscrito. Desde las primeras líneas, Agustí queda tan impactado que las comparte en voz alta  con sus compañeros. Luego se lleva la novela a casa. Veinticuatro horas después la tiene leída. Se titula Nada y la firma una joven desconocida de veintitrés años llamada Carmen Laforet. “El mundo que envolvía era inédito. Nadie había hecho una radiografía de los años medio vacíos, medio angustiados, extrañísimos de la posguerra como Carmen Laforet” afirma admirado. 
En la noche del 6 de enero de 1945 durante la cena en el Café Suizo, los invitados degustan el menú, a base de crema de alcachofas, lenguado y becada, con peras a la cardinal de postre. El jurado delibera en el altillo. Quedan tres candidatas tras las dos primeras votaciones: Laforet, Ruano y Álvarez Blázquez. En la cuarta votación cae Ruano y en la quinta la disyuntiva es Laforet o Álvarez Blázquez. Al final de las votaciones, Nada se proclama vencedora del Nadal. Con la obra de Laforet, los Reyes acaban de traer el primer regalo a la literatura española. 

 

En su primera edición, el Nadal alcanzó su  objetivo: vivificar la novela española, desvelar jóvenes valores. Miguel Delibes subrayó entonces que la novela española comenzó a recuperarse gracias al premio de Ediciones Destino. 

One thought on “Así nació el Nadal

  • el 3 enero, 2014 a las 9:14 pm
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    El Nadal debería llamarse así… por extenderlo también como derivado de «Nada…» quizás la novela que más me ha impactado en mi vida, aunque la leí de adolescente y años después de ser publicada. Como en alguna de mis escritos he señalado «Nada era todo», fue todo. Para algunos lectores – y escritores – Nada quedó impresionada en la memoria como el mejor retrato de una época y de una ciudad, Barcelona, que, desde entonces, empezó a ser meta y sueño de muchos de los que queríamos escribir. El Nadal ha sido siempre un premio grande – aunque más pequeño que algún otro «previsto» – un premio que cualquier escritor desea ganar. Yo, seguramente, no lo haré nunca porque, entre otras cosas, no me presento a premios, y por las entre otras cosas 🙂 pero aseguro que sería el único premio de narrativa del que estaría orgulloso en mi biografía y en mi memoria. Ojalá, algún día – aunque los mecanismos actuales no son los de entonces – sea capaz, al menos, de intentarlo. Por lo demás, magnífico artículo que para los que consideramos el Nadal como un emblema de la narrativa española contemporánea, ha sido de sumo interés. Saludos.

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