'Divina Lola', de Cristina Morato

@rimllorca

Divina Lola

Cristina Morato

Plaza y Janés
Barcelona, 2017
544 páginas
La extraordinaria historia de una de las mujeres más famosas del siglo XIX, una mujer marcada por el escándalo que tuvo el mundo a sus pies.
Ni se llamaba Lola Montes ni era española, pero encandiló a toda una época con su arrebatadora belleza y pasional temperamento.

Con su habitual estilo, desenfadado, agradecido, digno, Cristina Morato nos lleva a conocer tanto a la persona como al personaje que fue Lola Montes. Divina Lola es una biografía, sí, pero también un libro histórico y un libro de viajes en el que lo exótico, el otro como identidad, se confunde con la búsqueda de la identidad propia. Aunque el aspecto no lo indique, es algo más que un libro para el verano. Porque Lola Montes se merece un sitio en el altar literario, y Cristina Morato ha demostrado su solvencia a la hora de relatar las vidas de las mujeres que se ocultaron detrás de los hombres, pero modificaron, para bien, el mundo.

Bailarina, aventurera y cortesana, su vida fue una sucesión de viajes, escándalos y excentricidades. Haciéndose pasar por bailarina andaluza debutó en los teatros más importantes del mundo, aunque su talento artístico dejaba mucho que desear. Pero nada impidió que la irlandesa Elisabeth Gilbert, su verdadero nombre, triunfara en todo lo que hizo. Se codeó con los literatos, políticos, músicos y aristócratas más célebres de su tiempo, como Alejandro Dumas, Honoré de Balzac y George Sand. Se casó en tres ocasiones y tuvo una larga lista de amantes, entre ellos el compositor Franz Liszt con quien vivió un apasionado romance. Y, sobre todo, enamoró al rey Luis I de Baviera, quien la nombró condesa de Landsfeld. Por su amor, el monarca se vio obligado a abdicar en 1848. Tras sus aventuras en Europa, la bailarina se embarcó a Estados Unidos donde vivió la fiebre del oro y actuó para los rudos mineros.

Divina Lola nos traslada a escenarios exóticos y remotos, desde su Irlanda natal hasta la magia de la India; a ciudades como París, Londres, Munich, donde deslumbró con sus «danzas españolas», y a las peligrosas tierras de California y Australia donde vivió como una intrépida pionera.

Biografía de Cristina Morató

Autora española, Cristina Morató estudió Periodismo en la Universidad de Ciencias de la Información de Bellaterra. Se inició como reportera cubriendo varios conflictos en América Latina durante los años 80, en plena ola de movimientos guerrilleros en Nicaragua, El salvador u Honduras. Tras esos primeros pasos, Morató ha viajado por prácticamente todo el mundo, destacando por sus reportajes y fotografías.

Miembro de la Royal Geographical Society y fundadora de su equivalente en España, la Sociedad Geográfica Española, ha trabajado para varios medios de comunicación, como TVE o Telemadrid.

En lo literario, es conocida por sus libros biográficos de importantes mujeres dedicadas a la exploración o que destacaron por su independencia y rebeldía. De entre su obra habría que destacar títulos como Viajeras intrépidas y aventureras, Divas Rebeldes, Reinas Malditas o Cautiva en Arabia.

Libros de Cristina Morató

Fragmento

La pequeña salvaje

Habían pasado trece años desde que se despidió de ella por última vez y, sin embargo, la noticia de su muerte le afectó profundamente. En todo ese tiempo el rey Luis I de Baviera no había podido olvidar a su amada Lola Montes, la hermosa bailarina española que una soleada mañana de otoño irrumpió como un torbellino en su gabinete de palacio. Cómo no recordar aquel 8 de octubre de 1846 cuando la vio elegantemente ataviada con un vestido negro de terciopelo que resaltaba su espléndida figura y la palidez de su piel. Se enamoró de ella al instante; le cautivó su belleza, su fogosidad y su arrebatadora personalidad.

Durante los meses siguientes se entregó a ella con una devoción enfermiza, sin importarle el escándalo ni la mala fama que la precedían. En la conservadora corte de Baviera se rumoreaba que el soberano había perdido la cabeza por una mujer marcada por el escándalo que pretendía interferir en los asuntos de Estado. Luis, ajeno a las críticas, accedió a todos sus caprichos. La colmaba de regalos, le concedió el título de condesa, le ofreció una generosa pensión y compró para ella una palaciega mansión donde la visitaba a diario. Ahora, ya anciano, recordaba con una sonrisa en los labios aquella época feliz en la que se sintió rejuvenecer. Aún se estremecía al rememorar las tardes en las que leían El Quijote frente a la chimenea y dejaban pasar las horas soñando con una vida juntos lejos de la aburrida corte de Munich. Es cierto que sentía debilidad por las mujeres hermosas y había sido un incorregible conquistador, pero Lola, tan distinta a las demás, fue su gran amor. Aunque por ella perdió el trono y el respeto de sus súbditos, no le guardaba ningún rencor. Siempre había estado al tanto de las aventuras de su amante obligada a abandonar Baviera como una fugitiva y convertida pronto en toda una celebridad. Su embajador en París le hacía llegar los recortes de la prensa que hablaban de sus escándalos, sus amoríos y de los éxitos que cosechaba como actriz y bailarina en sus giras por Estados Unidos y Australia.

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