Diario del gueto

Diario del gueto

Janusz Korczak

Editorial: Seix Barral
Número de páginas: 376
El conmovedor testimonio del célebre pedagogo que dio la vida por los niños de su orfanato.

Considerada un clásico, Diario del gueto constituye un inestimable testimonio autobiográfico. Janusz Korczak, pediatra de éxito y autor de fama mundial que en su ciudad natal, Varsovia, renuncia a una brillante carrera científica para dedicarse al cuidado de los huérfanos. Tras la ocupación nazi de Polonia Korczak, como tantos otros judíos, es enviado al gueto de Varsovia. Allí se hace cargo de un orfanato que hospedará a doscientos niños. Aun teniendo la oportunidad de huir del gueto, Korczak decide no abandonar a los muchachos e incluso viajará con ellos en el tren que los transportará hasta el campo de exterminio de Treblinka.n Janusz Korczak es una de las figuras legendarias que han emergido de la tragedia del Holocausto. Escritor, médico, activista social y educador, se licenció en Medicina y, tras ejercer durante un tiempo en un hospital pediátrico, dirigió el asilo de huérfanos judíos de Varsovia de 1912 a 1942. Murió junto a los niños en las cámaras de gas de Treblinka en 1942.

¡Qué lúgubre y agobiante resulta la literatura memorialista!
Un artista o un científico, un político o un dirigente
entran en la vida cargados de propósitos ambiciosos,
de movimientos decididos, agresivos y elegantes y de
un enérgico dinamismo. Se encaraman cada vez más
arriba, superan todos los obstáculos, amplían su círculo
de influencias y, armados de experiencia y de innumerables
amistades, se acercan con más facilidad y eficacia a
sus objetivos, etapa tras etapa. Esto puede durar un decenio,
dos, o quizá tres. Pero luego…
Luego sólo queda el cansancio y, pasito a pasito, una
marcha obstinada con rumbo fijo por un camino ya más
practicable, aunque con menos entusiasmo y con la dolorosa
convicción de que esto no es lo que tenía que haber
sido, que sabe a poco, que avanzar en solitario se ha vuelto
tremendamente difícil, que lo único que ahora puede ir
en aumento son las canas y las arrugas en una frente antes
tan lisa y despejada, y que el ojo ya no ve con claridad, la
sangre circula más lentamente y las piernas flojean.
¡Qué le vamos a hacer! Es la vejez.

***

En mi autobiografía intentaré hacerlo de otro modo.
Tal vez me ilumine una idea feliz, tal vez salga airoso, tal
vez ésta sea la manera correcta.
Al perforar un pozo, no comienzas enseguida a cavar
a gran profundidad, sino que primero retiras la capa superior
y apartas la tierra a paletadas, sin saber qué encontrarás
más abajo, cuántas raíces enmarañadas, cuántos
obstáculos y cuántas trabas, cuántas piedras molestas y
cuántos objetos duros que tú dejaste allí y que dejó otra
gente.
Te has decidido. Tienes fuerzas suficientes para empezar.
Además, ¿acaso alguien ha acabado jamás alguna
obra? ¡Escupe en tus manos! ¡Agarra la pala con fuerza!
Sin temor.

 

“Que el dolor no lastre tu vida”

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