‘Carmen’, de Marina Boquera: Una distopía sobre el fin del sueño

MÓNICA SÁNCHEZ.

¿Sacrificarías tus sueños para seguir soñando?

La escritora barcelonesa, Marina Boquera (1994), da título a su opera prima con el nombre de la protagonista: Carmen (Ediciones Atlantis). Una joven universitaria aparentemente normal, que vive con su familia, estudia Filosofía y está comprometida con las causas sociales y medioambientales propias de su generación. Tras varias experiencias un tanto extrañas en las que pudo confundir sueño con vigilia, una noche recibe una revelación de un desconocido.

A partir de ahí, y a pesar de su riqueza interior, con teorías e ideas propias, algunas bastante atrevidas, sobre temas como la existencia, la sociedad o el ser humano, Carmen comenzará a librar una batalla personal contra aquellos que la persiguen –tarquinos–, no por ser ella misma, sino por un don que posee, ya que los seres con esas capacidades escapan al control total que han ejercido secularmente sobre todo cuanto les rodea. Tulio es un joven que conoce en el tren, también universitario y, al igual que ella, comprometido con las mismas causas. Lo suyo es un flechazo y pronto descubrirán que están hechos el uno para el otro. Aunque no comparte el don de Carmen, sí lo asume, y la protegerá contra viento y marea. Carmen se lanza a investigar más sobre los soñadores, quiénes son y cómo actúan. Hasta que, por azar, descubre una noticia en el periódico. Es un nuevo medicamento que se está comercializando: DesperTal.

Eliminar el sueño por la vigilia, por la actividad frenética, supondría robar al individuo esa capacidad regeneradora y ese tiempo para estar consigo mismo, justo las horas que escapaban al control de los tarquinos. A partir de ahí, su mundo empieza a desvanecerse, pues la sociedad, su familia, sus amigos, todos empiezan a tomar el dichoso medicamento y, lo que en un principio era plenamente positivo y sin contraindicaciones para el organismo, se convierte en un problema global, aniquilando la voluntad de las personas y sustituyendo a los individuos por zombis sin libertad, autómatas fáciles de manipular para que no dejen de producir y consumir, sin pensamiento propio ni criterio alguno. De su entorno, el único que logra resistir es Tulio, pero a costa de su salud. La sociedad ha cambiado tanto que para seguir su ritmo hay que subirse al tren del DesperTal, pues aquellos que se resisten acaban siendo arrollados, como es su caso. El ruido es desquiciante, es una actividad constante, con una competencia brutal, imposible de convivir en esas condiciones para un organismo humano tal y como se venía haciendo hasta ahora. De ahí que hasta la misma Carmen le termine rogando que él también claudique y se lo tome, porque de lo contrario lo tendrá que pagar con su vida.

Carmen es la última esperanza de una sociedad totalmente controlada por una instancia superior que no permite la disidencia ni el librepensamiento. Habitualmente, este control se ha venido ejerciendo, principalmente, a través de la educación, de la opinión pública, de los medios de comunicación, de la publicidad, las modas… Pero ahora han ido un paso más allá y han recurrido directamente a las drogas, pervirtiendo el subconsciente y haciéndonos esclavos del tiempo. ¿Cómo recuperar y aprovechar el tiempo que no tenemos? Fácil: renunciando las horas de sueño, que viene a ser un tercio de nuestra vida. Sin necesidad de dormir, y supliendo las funciones metabólicas básicas para que el cuerpo no lo eche en falta, cualquiera puede vivir despierto las veinticuatro horas, solo a cambio de ingerir una pastilla. Esto es algo muy frecuente en nuestros días, un deseo que parece general en nuestra sociedad: queremos estar en todas partes, hacer de todo, vivir intensamente, e incluso trabajar más para tener más dinero y poder acceder a cuanto nos ofrecen continuamente en una espiral consumista desenfrenada.

En medio de la vorágine, esta novela nos hace reflexionar y detenernos en los detalles, en las renuncias que hay que hacer para seguir ese ritmo. El tratamiento que hace la autora del tema, al presentarlo como ciencia ficción –algo que nos recuerda a novelas como Un mundo feliz, de Huxley–, le permite ir un poco más allá, aplicando con más libertad la imaginación para desarrollar esta teoría, por otra parte, bastante consistente, sobre la deshumanización del individuo y su concepción únicamente como un ser productivo o sujeto de consumo. Todas estas ideas se exponen en un estilo claro y sencillo, sin dispersarse en demasiados personajes y con sencillez –que no simplicidad– del argumento. Todo ello contribuye a que se pueda captar con claridad una idea que de otro modo pudiera parecer más compleja, conservando así todo el atractivo y la profundidad que el tema merece, algo que no dejará para nada indiferente al lector.

Conoce más sobre Carmen, de Marina Boquera

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