Al habla con Magda Polo, autora de ‘Gris alma’ y ‘A contratemps’

REDACCIÓN.

Magda Polo Pujadas nació en la Plana de Vic y está tocada por la niebla. Desde que hace uso de la palabra, antes de aprender a caminar, vive inmersa en un pensamiento poético. Cree que la vida es poesía, amor y desamor. Entrevistamos a esta profesora de Estética y Teoría de las artes e Historia de la música en la Universidad de Barcelona con motivo de la publicación de sus dos primeros poemarios: Gris alma (editorial Parnass) y A contratemps (In-Verso)

¿De qué manera están presentes el amor y el desamor en tu poemario Gris alma?

En los dos poemarios están presentes el amor y el desamor por igual. No hay amores eternos porque la eternidad en el mundo real no existe. Por lo tanto, siempre hay desamor, porque así es la vida.

El amor te facilita una mirada positiva y esperanzadora de las cosas mientras que el desamor a lo que conduce es a ser consciente de la pérdida. Las dos cosas te hacen crecer como persona en muchos sentidos. Porque amamos compartimos con el otro lo que a veces no compartiríamos con nadie más. El amor lo puede todo. Puede abrir fronteras, regalar momentos, etc. pero el desamor también nos aporta mucho. Para los románticos el desamor era una fuente de dolor pero a la vez de conocimiento, de otra clase de conocimiento. Por esa razón, me interesan los dos por igual.

Gris alma hace alusión al alma de tonalidad gris por el desencanto del desamor. Imaginamos que te has basado en tus propias experiencias personales a la hora de escribir sobre ello.

A mí se me hace muy difícil cuando escribo no basarme en mis propias experiencias. No puedo separar la vida del arte. Para mí, y para muchas de las corrientes artísticas que se iniciaron a finales de los años 50 y hasta bien entrados los 70, arte y vida constituyen un binomio indisociable.

Desde que escribo literatura siempre he pensado en un lector específico, ya bien haya sido mi pareja, un amigo, mis hijos pero también pienso que a partir de mis propias vivencias el lector anónimo podrá entenderme e identificarse, algunas veces, con lo que yo describo.

De todas formas hay una anécdota detrás del título de Gris alma que explica el tono gris. El título nació un fin de semana que quedé con la que había sido mi pareja para pintar su estudio. Habíamos roto hacía uno o dos días. Escogimos un color de entre muchos que había en un muestrario: gris perla, gris lunar… gris alma. Y allí lo vi claro, el gris alma sería la tonalidad en que se arroparían todos los poemas.

En el desnudo de tu alma y tus versos también hay luz. ¿En qué momento la encuentras y cómo la plasmas en el poemario?

Soy una persona con mucha fuerza vital, a pesar de que la vida me haya puesto muchos obstáculos, y muy difíciles casi siempre. Intento que en toda reflexión, en toda imagen de mis poemas se esconda un poco de luz. Porque creo en la fuerza interior de todos nosotros y de que todos tenemos luces y sombras.

Para mí la luz es la posibilidad de construir después de lo que se destruye, de poder ver con otras tonalidades lo que la vida esconde. Sin luz no hay sombra y sin sombra tampoco hay luz.

Gris alma es tu primer libro de poemas. ¿Cómo ha sido la experiencia de publicarlo?

La verdad es que ha sido una experiencia sensacional. Lo escribí en 2002 y lo guardé en un cajón. Nunca imaginé que saldría a la luz. Cuando un amigo me dijo que se los leyera insistió en que los presentara a su editora, que creía que tenían que publicarse y así fue. Le presenté dos originales Gris alma y  A contratemps y me contestó que publicaba los dos en dos colecciones distintas. ¡Fue fantástico!

Los hemos presentado en Barcelona, Manlleu y Madrid y ha sido algo muy especial, porque los asistentes se emocionaban en la lectura de alguno de los poemas. Esta reacción tan instantánea me ha sorprendido muy gratamente. Les ha llegado al alma. Y eso es fruto de la magia.

Paralelamente has publicado también un poemario en catalán, A contratemps. ¿Sobre qué temas profundizas en esa obra?

Después de pasar un cáncer que me transformó la vida, al ser un período muy doloroso e incierto, me quedé inmersa en un silencio poético durante unos años. Cuando desperté del letargo y podía explicar cómo me había cambiado la visión del mundo, escribí A contratemps (A contratiempo). Ahora tengo la edición preparada en castellano por si a algún editor le interesa publicarla.

Este poemario trata también el tema del amor y el desamor, pero también el de la locura, el deseo, el desengaño, la tristeza. Es un poemario muy profundo, que no te inmuniza contra todo esto.

Reconozco también que, por la gravedad de los temas, es un poemario que se lee más despacio, hay muchos cultismos y la musicalidad y el ritmo, así como la forma, lo requieren, requieren un tempo lento.

Nos encontramos ante muchos versos que crean un sinfín de imágenes. ¿Para ti poesía e imagen van de la mano?

Sí, para mi pulso poético es lo mismo crear imágenes y luego versos o versos que describen esas imágenes. Necesito condensar los sentimientos en algo icónico y también musical. En la base de mi creación artística (soy ensayista y he creado distintos espectáculos de danza, música, videoarte, Body art…) está la interdisciplinariedad.

También la musicalidad está muy presente en todo el poemario. ¿Opinas que es imprescindible esa musicalidad para que un poema sea bueno?

Uno tiene que leer el poema en voz baja, pero necesariamente, al menos así lo creo yo, lo tiene que leer en voz alta. La musicalidad se pierde si no se pueden proyectar las ondas sonoras por el espacio. Siempre pienso las palabras con una entonación, con unos acentos y con un ritmo que es el que el poema necesita. La música para mí lo es todo.

 

¿Cuáles son los ejes fundamentales de tu trabajo como poeta?

Los ejes fundamentales son el descubrimiento de mi ser y de mi existir. Es cuando escribo que soy. Es cuando me enfrento al papel en blanco que busco mi voz, mis entrañas. Por otro lado, también la poesía es una terapia, me ayuda a curar las heridas del alma. Y todo esto, que es fundamental para mí, espero que también lo sea para mis lectores.

 

¿Cómo llegó la poesía en tu vida y cuáles son tus poetas referentes?

La poesía llegó a mí de niña. Recuerdo que ya a los diez años escribía. Pero no fue hasta los doce que, después de ir a conocer a Miquel Martí i Pol, un poeta de la postguerra de Roda de Ter, me dediqué en cuerpo y alma a la poesía.

Los poetas que me sirven de referencia son muchos, el mismo Martí i Pol, pero también Pedro Salinas, María Zambrano…

¿Nos puedes adelantar alguno de tus próximos proyectos literarios?

Estoy escribiendo tres poemarios a la vez, pero sin prisa. Dos en castellano y uno en catalán. También un poemario compartido con una poeta joven muy prometedora y con la comparto muchas cosas. Estoy empezando una novela y revisando y actualizando mi Historia de la música, que irá ya por la quinta edición.

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