Álvaro Talarewitz nos reta a mirarnos en el espejo sucio de la realidad

EVA FRAILE. BLOG: REINA LECTORA.

Álvaro Talarewitz es el autor de Las estrellas que nos miran. En el pasado, ha sido premiado en los certámenes literarios Amadís de Gaula (años 2001 y 2006) y en la IX edición del concurso de microrrelatos de la Universidad Autónoma de Madrid (2015). También tiene un poema en un catálogo de Matadero titulado La fábula No. 13 que, por circunstancias del COVID, aún no está disponible. Y en el tintero, una recopilación de poemas y la continuación de Las estrellas que nos miran ya comenzada.

Talarewitz cursó un bachillerato de ciencias, y se preparó para estudiar medicina, terminó graduándose en Historia del Arte en 2017. Allí se especializó en Arte Contemporáneo y Literatura Norteamericana del s. XX. Al cumplir los 18, trabajó durante dos años en una cadena de comida rápida y luego lo dejó, para evitar volverse loco. Pasó por toda clase de trabajos hasta que se estableció como encargado de la galería de arte Ponce+Robles, de Madrid.

En la web La Reina Lectora dicen de Las estrellas que nos miran: «Es una cirugía emocional que se vive entre lo material y lo intangible. Álvaro suele decir que escribe sus textos sin un orden y, no sé cómo lo hace, pero ha acertado en la secuencia de su primera novela». El relato de un perdedor, como se autodenomina el protagonista, recuerda, durante toda una noche, lo acontecido en el último año, en donde fracasó en el amor. Este sentimiento universal posibilita a Talarewitz indagar en otras muchas cuestiones de nuestro mundo, como la amistad o el sentido de la vida.

Al preguntar al autor sobre el por qué de su escritura, responde: «Supongo que, si tuviese que decirlo así de pronto, diría que me puse a escribir para cumplir un objetivo muy concreto: hay algo que quiero decir en mis libros (tanto novela, como poesía, como relato). Sobre los seres humanos, nuestras virtudes y nuestros errores. Quiero decir que podemos ser mucho mejores de lo que somos. Siento que, tal y como digo en mi biografía, podemos ser mucho mejores de lo que somos. Por eso quiero poner ese espejo sucio delante de todo el mundo, para que puedan verse tal y como son. Todos necesitamos ser mejores, con nosotros mismos y con los demás. Esto influye también para el mensaje que quiero transmitir: acabo de empezar a hablar. Aún tengo mucho que decir. Pararé cuando lo haya dicho todo».

Y está convencido: para cuando lo haya dicho todo. Mientras tanto, seguirá practicando sus dos pasiones: el arte, gracias a la la galería de arte Ponce+Robles y la escritura, gracias a sus libros presentes y futuros.

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