El fuego como metáfora y bárbara realidad: «Animal negro tristeza»

Por Horacio Otheguy Riveira

Anja Hilling, nacida en Alemania, es una mujer de libros y teatros que triunfó con esta pieza estrenada en su país y en Francia, ensayándose actualmente en otros países. Es un texto muy denso en el que combina narrativa y lenguaje escénico, en gran medida como una novela escenificada libremente. Es la primera sensación que tengo bajo la hipnosis que me provoca todo lo que sucede en el gran escenario de la Sala Fernando Arrabal de las Naves del Español.

Sobre suelo blanco impoluto, con una gran pantalla de fondo, ocho grandes intérpretes darán vida a seis amigos de excursión en un bosque. Otros dos cantarán, tocarán instrumentos, informarán. En total un octeto que baila, hace expresión corporal aparentemente espontánea, y habla, habla mucho con una traducción cuidadísima que facilita las emociones encontradas que iré teniendo, completamente involucrado en una experiencia fuera de lo común para mí, ya que en general no me entusiasma el teatro contado donde los personajes, de repente los actores, se dirigen al público para narrar en lugar de hacer, de actuar. Reconozco que existe una tradición en este subgénero teatral en Alemania y Francia especialmente, de Peter Weiss a Marguerite Duras, por poner dos ejemplos, y que suele ser interesante, pero mi preferencia está en asistir a acciones antes que me las cuenten.

En Animal negro tristeza se consigue que cuanto se verbaliza tenga acción siempre, que lo narrativo (en un ambiente sin elementos escenográficos realistas, salvo sillas) produzca una sensación poética muy fuerte, una dramatización en la creciente cotidianidad de un grupo de gente muy poco interesante, demasiado convencional entre arquetipos de clase media, pero que a medida que avanza la pieza las situaciones que viven sí les convierten en seres atractivos, en personajes de fuste, a partir del relax un poco atontado de la gozosa relajación entre barbacoas, cigarrillos, ironías y repentinas atracciones… Algo sucede, y sucederá más aún al pasar del relax cuando al caer la noche el bosque estalle en llamas…

Ante espectadores urbanitas, el teatro de la destrucción a la que asistimos todos los veranos a través de los medios de comunicación, tiene un cariz que este equipo de producción formaliza y entrega con pasión de entendidos. Así el director Julio Manrique vehiculiza la tragedia como una epopeya fantástica donde el horror se funde con una cotidianidad diferente a la habitual. Para ello, el gran maestre de funciones portentosas como Jerusalem o Roberto Zucco, desarrolla un lenguaje inusual aprovechando hasta el último suspiro las proyecciones cinematográficas, el movimiento corporal y las voces de todos los intérpretes para comunicar un cruce de historias que convergen en una sólida argumentación en torno a la indiferencia de los urbanitas frente a la naturaleza que, aparentemente, les fascina, pero también en el aislamiento feroz de las grandes ciudades aisladas del contexto, ese lugar que en tiempo vacacional se considera maravilloso, pero que apenas importa en su fabulosa unión de árboles y animales, de tierra y ríos secos, de bosques más físicos en las pantallas de un cine de sábado noche que cuando estamos allí y arrojamos las colillas un instante antes de dormir al sereno.

Cada intérprete aporta tanto de sí mismo en esta aventura que resulta injusto señalar a los que más me gustaron, con los que más me identifiqué o me sedujeron, así que recomiendo con entusiasmo esta función con un gran reparto de raigambre en Barcelona, donde han desarrollado su mayor actividad, que por fin están en Madrid, gracias al acuerdo con la dirección artística del Teatro Español. Un premio grande para los amantes del teatro en la capital del reino.

Un comienzo placentero. El bosque como un paraíso al servicio de mujeres y hombres muy relajados…
El hermoso paisaje se torna amenazante…
Teatro, cine, narración activa, poética escénica por grandes intérpretes…
Después de la caída el espanto, lo que no volverá y aquello que se revitalizará…

De: Anja Hilling (foto)

Traducción: Maria Bosom

Dirección: Julio Manrique

Con: Mireia Aixalà (Jennifer), Jordi Oriol (Oskar), Joan Amargós (Flynn), Mima Riera (Miranda),
Màrcia Cisteró (Mujer), David Vert (Martin), Norbert Martínez (Marido), Ernest Villegas (Paul)

Diseño de escenografía: Alejandro Andújar

Diseño de iluminación: Jaume Ventura

Diseño de vestuario: Maria Armengol

Diseño de sonido: Damien Bazin

Diseño de videoescena: Francesc Isern

Diseño de movimiento y coreografía: Ferran Carvajal

Ayudante de dirección: Ferran Carvajal

Estudiante en prácticas (Institut del Teatre): Esteve Gorina i Andreu

Colaboración en la traducción: Goethe Institut

Una producción de Sala Beckett y Teatro Español

SALA FERNANDO ARRABAL EN MATADERO NAVES DEL ESPAÑOL. HASTA EL 20 DE MAYO 2022

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