Las buenas almas de las travestis en «Las malas» de Camila Sosa Villada

Por Horacio Otheguy Riveira

Las malas y Soy tonta por quererte —una novela y un libro de relatos respectivamente— de Camila Sosa Villada nacida Cristian Omar en un valle hermoso para los turistas y «pueblo infernal para ser una travesti».

En primera persona discurren todas las historias con mucho de autobiografía impulsiva, así como de literatura exigente, narración amena que eleva a una singular poética el mundo perverso de quienes deciden ser mujeres con pene y encuentran en la prostitución un vehículo para ser ellas mismas, pese a los muchos riesgos, a la violencia omnipresente de hombres rudos, a menudo padres de familia, que las prefieren a las mujeres, pero que al acabar el placer suelen descargar en golpes la ira de ser como son, de necesitarlas.

Las malas tienen almas que cuidar, las tan despreciadas por la sociedad son capaces de las mayores amarguras y miserias para llegar a dar con inusual generosidad todo su tiempo y su coraje por sus compañeras de infortunio y alegrías. Malas-Almas, un anagrama que funciona como una perfecta reconciliación con la máxima autoridad que las domina desde la infancia, cuando eran niños que querían ser niñas. Máxima Autoridad, la única que les interesa, la voluntad de ser ellas mismas por muchos golpes que reciban. Dolientes aún por los golpes recibidos, encuentran suficiente luz para maquillar los moretones, convertir en perlas las lágrimas, las pestañas en ventanas seductoras, los labios en promesas de pasiones puras como las de colegiales, si se topan con la buena suerte de encontrarse, entre tantos hombres que las desean y desprecian a la vez, con uno de los buenos, de los suaves, capaz de una relación noble con las manos tendidas y la adoración a prueba de destinos trágicos, ya que la vida prostibularia las arroja a un abismo donde morir a los 35 es una premisa muy realista.

La escritora argentina Camila Sosa Villada ubicó a la escritura como «el terreno de lo travesti» y dijo ser una defensora de esa palabra porque «tiene características muy particulares, que tienen que ver con la edad, la clase social y, también, con el odio ajeno». Así habló al recibir el premio Sor Juana Inés de la Cruz que la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. México, le había otorgado en 2020 por su novela Las Malas y que, debido a la pandemia, había tenido una ceremonia virtual. Añadió: «No somos trans, las mujeres pueden estar tranquilas, no venimos a competir con ellas, otra cosa es que algunos hombres prefieran estar con nosotras, con estas chicas con pene».

«El Parque Sarmiento se encuentra en el corazón de la ciudad. Un gran pulmón verde, con un zoológico y un Parque de diversiones. Por las noches se torna salvaje. Las travestis esperan bajo las ramas o delante de los automóviles, pasean su hechizo por la boca del lobo, frente a la estatua del Dante, la histórica estatua que da nombre a esa avenida.
Las travestis trepan cada noche desde ese infierno del que nadie escribe, para devolver la primavera al mundo».

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«Yo digo que fui convirtiéndome en esta mujer que soy ahora por pura necesidad. Aquella infancia de violencia, con un padre que con cualquier excusa tiraba lo que tuviera cerca, se sacaba el cinto y castigaba, se enfurecía y golpeaba toda la materia circundante: esposa, hijo, materia, perro. Aquel animal feroz, mi fantasma, mi pesadilla; era demasiado horrible todo para querer ser un hombre. Yo no podía ser un hombre en ese mundo.

El niño maricón se queda en un rincón para mirar a su madre leer las revistas mientras fuma. Una mujer tan joven. Una mujer que, bien podría ser su hermana. El niño ha escuchado a su madre llorar. El horror de un matrimonio como aquel, basado en la fuga de la madre de su propia familia, la enorme responsabilidad que tiene el padre con una mujer como esa, una mujer que no sabe tomar decisiones, que no toma decisiones, o toma una única decisión: que el esposo decida por ella. Cómo no escucharla cuando lloraba, eso es imposible en la pobreza, todos los cuartos se comparten».

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Es curioso que se peleen por quién recibe primero mi libro, cuando eternamente a las travestis nos han dicho que somos brutas, que no tenemos cultura.

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En 2015 trabajó en Despierta, Corazón Dormido / Frida. En 2016, en Putx madre y en 2017, en El cabaret de la Difunta Correa y la miniserie La chica que limpia.

Es autora del libro de poemas La novia de Sandro (2015, reeditada por Tusquets Editores en 2020), el ensayo El viaje inútil (2018) y las novelas Las malas (2019), Tesis sobre una domesticación (2019) y Soy una tonta por quererte (2022). Las malas fue considerada una de las mejores novelas de 2019 y fue traducida al alemán, al francés, al italiano y al croata.

Ilustración popular (entre muchas otras) de la legendaria Difunta Correa, muerta en el desierto huyendo de violencia familiar. Ya cadáver, el hijo que la acompañaba sobrevivió mamando su leche milagrosa. Adorada por millones, también lo es por las travestis que, como Camila, necesitan milagros en su día a día.

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Es un libro de relatos con mucho de realismo mágico con un espíritu novelístico, ya que se puede leer como una novela de existencia reflejada en diferentes espejos, a través de narraciones en primera o tercera persona…

«—Y el frío que hace a la noche —agregó Don Sosa.
En el santuario, me conmoví con los promesantes al igual que mi mamá en su primera visita. Con el modo de pagar con el cuerpo asuntos del espíritu. Al final, todo muy místico y muy santo, pero siempre trabaja la carne. También me llamó la atención lo tremendamente sexi que es la imagen de yeso de la Difunta Correa. Al verla, pensé que la Coca Sarli la hubiera interpretado inolvidablemente en el cine.
—¡Qué sexi que es la Difunta! —le dije al oído a La Grace. Nos agarró un ataque de risa y Don Sosa nos hizo salir del lugar. Al mirarlo nos dimos cuenta de que había estado llorando.
La Grace vio Carnes Tolendas muchas veces. Don Sosa solo una, a cuatro años de su estreno. La vio en Catamarca. Coincidió una gira de la obra con un viaje a la Difunta Correa que ellos ahora hacían todos los años. Al terminar, La Grace vino al camarín muy preocupada:

—A tu padre le salió sangre de la nariz toda la función. Fue al baño a sacarse la camisa porque le quedó bañada en sangre. Para mí se puso nervioso. —La voz se le quebró—. Es fuerte la obra para nosotros.

Lo dijo como excusándose frente a la compañía.
Por mi parte, no tenía voz. Nunca me había pasado. No sé si fue la gira que me tenía muy cansada o los nervios por actuar delante de mi papá, pero nomás al arrancar, ya tuve que pedir un micrófono, porque no se me oía. Esa noche los duendes bailaban a nuestro alrededor con ferocidad, mordiendo los telones.
Al rato y tímidamente, mientras terminaba de vestirme y de guardar los objetos en las valijas, apareció ese viejo malo que me había tocado por padre. Venía con toda su vergüenza a cuestas. Había sangrado durante toda la obra, en silencio, recibiendo esos  cachetazos lorquianos. Nunca nadie le había hablado así
sin ligarse una trompada. Pero su hija travesti y prostituta, la razón de su promesa a la Difunta, le estaba contando su versión del milagro. ¿Qué fue del hijo de la Difunta Correa? Se lo encontraron las travestis del Parque Sarmiento».

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«Cada vez que mi economía me lo permite, hago scones e invito a merendar a mis amigos. Soy una travesti parda con algo de señora inglesa dentro. Siempre utilizo la misma receta que usaba mi mamá, una receta de su mamá que, a su vez, había heredado de su abuela. Los vendía en el pueblo. Se los quitaban de las manos.

Invitar a tomar el té con scones a mis amigos es mi pequeño lujo, el lujo de los travestis pobres».

Interpretando a Frida Kahlo, en una representación teatral muy valorada por público y crítica.

El prólogo de Las malas, de 2019, está firmado por el escritor y editor Juan Forn (1959-2021):

Las malas es un relato de infancia y un rito de iniciación, un cuento de hadas y de terror, un retrato de grupo, un manifiesto político, una memoria explosiva, una visita guiada a la fulgurante imaginación de su autora y una crónica distinta de todas, que viene a polinizar la literatura. En su ADN convergen las dos facetas que más repelen y aterran a la buena sociedad: la furia travesti y la fiesta de ser travesti. Y en su voz literaria conviven las tres partes de la Santísima Trinidad de Camila: la parte Marguerite Duras, la parte Wislawa Szymborska y la parte Carson McCullers.

Camila recibió muchos golpes, cintazos y desprecios desde niño con voz de chica y deseo imperioso de vestirse de mujer «y disfrutar con esas pijas insulsas que nos gustan tanto». En busca de la libertad sexual no se acomodó para esperar que llegara, hizo todo lo posible también para ser un muchacho adaptado en la universidad. Camila es hoy una travesti que arrasa con su talento de escritora y su calidad humana con la que, en una cima bien ganada, nunca deja de solidarizarse con las tensiones de las que fueron sus compañeras de amarguras y felicidades varias.

 

«Aquella vida donde siempre fui extranjera, donde no era dueña de nada, la visita al mundo de los normales, de los correctos, mis compañeros y compañeras de clase media en la universidad, esa montaña de secretos y mentiras que siempre tuve para con todos ellos. Una mierda de vida, con el deseo perpetuamente reprimido. Pero era lo que hacía posible la otra vida, la de la noche, la del sexo por dinero, la de la desesperación por los hombres.

Así aprendí a mentir, a ocultar mi secreto, a preservarme de los ojos de los demás, de mis padres, de mis amigos, de mis profesores, de los señores de la verdad, los exigentes que pretendían la pureza de la carne y la sumisión del espíritu. Sí, era capaz de decirles: son tan adaptada como ustedes, soy mejor que ustedes puestos que puedo ser como ustedes y como yo quiero al mismo tiempo. Y ellos aplaudían satisfechos, porque su modelo de mundo les parecía perfecto, y me abrían las puertas de sus casas y me invitaban a pasar, a ver bien de cerca sus hipocresías.

Y yo veía el sillón donde desplomaban sus cuerpos agotados, el cajón donde guardaban los billetes que pagarían los colegios privados de sus hijos y las vacaciones en la playa y las joyas de sus esposas. Pero también los veía llegar al Parque en sus coches último modelo, igual de dispuestos a pagar por una mujer con pene. Nada los desquiciaba más: «Me vuelve loco verte dormir con ese cuchillo entre las piernas»». [Las malas]

 

One thought on “Las buenas almas de las travestis en «Las malas» de Camila Sosa Villada

  • el 29 julio, 2022 a las 4:00 am
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    Te felicito Camila ,sos una genia , te digo la verdad no conocía nada de vos ,viajo a menudo a Mina Clavero nos hicimos amigos con tu papá, este fide estuve con el y me comentó algo de vos ,a partir de ahí empecé a conocerte, la verdad solo puedo decirte que me encanta todo lo que leí de vos , solo quiero felicitarte y desearte lo mejor para vos , un gran abrazo Camila!!

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