Ausonio en Burdeos

Foto: Consuelo de Arco

Por Antonio Costa Gómez.

En lo peor de la pandemia estuve unos días en Burdeos. Me pasaron cosas de película de terror. Los órganos de varias iglesias estaban estropeados y hacían un ruido invasivo e insoportable. Consuelo y yo salíamos de ellas despavoridos. Aparte de eso, admiraba la elegancia de la ópera y encontraba por casualidad la casa donde vivió Montaigne. Y tomaba cerveza en una mesita redonda de un bar íntimo mirando la iglesia gótica de San Pedro.

Entonces recordé que de Burdeos era el poeta Ausonio. Le concedieron cargos políticos pero él quiso retirarse a su finca de Burdeos y se dedicó a escribir libros y mandar muchas cartas. Le gustaba disfrutar con calma y pasión de cada instante. Y ver la vida con todos sus ojos. En su finca tomaba vino y saboreaba sin agobio montones de libros.

Una vez le escribió a una chica el famoso “Collige, virgo, rosas” que luego imitaron infinidad de poetas. “Lamentamos, Naturaleza, que sea tan breve el regalo de las flores. / Les arrebatas rápidamente las gracias mostradas a los ojos. / Tan larga como un solo día es la edad de las rosas. / Tan pronto llegan a la plenitud las oprime su propia vejez”.

Nosotros con la pandemia nos volvimos todos como esa chica. De pronto, la vida toda fue algo joven y amenazado. Miramos asombrados y llenos de avidez la vida que podía irse o estropearse. La vida tan asombrosa y más honda que todas las filosofías. Por eso Ausonio le dijo a la chica: “Coge, muchacha, la rosa mientras la flor está lozana y la juventud fresca / y acuérdate de que así se apresura también tu edad”. Y esa chica somos todos nosotros.

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