The Bear (2022), creada por Christopher Storer – Crítica Serie TV

Por Jaime Fa de Lucas.

Uno de los mejores chefs del mundo se tiene que hacer cargo del restaurante de sándwiches de la familia tras la muerte de su hermano y lo que se encuentra es un negocio en estado de descomposición al que tendrá que dedicarse en cuerpo y alma si quiere resucitarlo.

Si algo no le falta a The Bear es tensión e intensidad, dos ingredientes que comparte con la película Boiling Point (Philip Barantini, 2021) que ya hizo las delicias de los cinéfilos más foodies y que seguramente haya sido una referencia para Christopher Storer y todo el equipo creativo.

Jeremy Allen White tiene poco que envidiar a la actuación de Stephen Graham y, en general, todo el reparto está estupendo, otorgándole una naturalidad muy genuina a las diferentes escenas. La fotografía es más que correcta y la dirección, aunque a veces se acerca peligrosamente al “food porn”, es competente.

The Bear destaca principalmente por la espontaneidad y la cercanía que transmiten los personajes y por las situaciones de tensión que genera, pero esto último es un arma de doble filo, ya que la acumulación de sucesos negativos produce un desequilibrio en la historia que por momentos resulta abrumador. Si algo puede salir mal, va a salir mal y eso al final hace que el espectador nade en un mar de conflictos algo asfixiante. Por suerte, Christopher Storer introduce algunos elementos cómicos que alivian ligeramente el mal fario, aunque la sensación general de apocalipsis nunca decrece y se echan de menos algunas escenas reconfortantes.

Es ciertamente curioso que el sentido del lugar esté tan poco conseguido, sobre todo cuando parece que se quiere hacer un retrato de Chicago. Storer y compañía apenas indagan en los entresijos de la ciudad y se limitan a superponer imágenes sueltas de calles y edificios y a deslizar de vez en cuando algún comentario superficial sobre “el ecosistema urbano”.

Aunque quizá lo peor de The Bear sea el final, me ha parecido muy cuestionable (spoilers a continuación), apoyándose en un deus ex machina que resuelve la situación con una gratuidad pasmosa y que demuestra que Storer no ha trabajado bien los arcos narrativos que desembocan en algo gratificante. El estímulo positivo que recibe el espectador al final no se ha desarrollado de forma honesta y por eso, aunque es una serie que merece la pena ver, uno se va con un regusto amargo en la boca.

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