Una mujer a la espera. “El amante de Lady Chatterley”, 2022

Por Catalina León.

Su atormentado cerebro de mujer moderna aún no había encontrado el descanso. ¿Era real? Y comprendió que si se entregaba a este hombre era real. Pero que si se guardaba para sí no era nada (*)

Cuando leí el libro, siendo adolescente, fue este párrafo el que me deslumbró. Y en este párrafo se resume la filosofía de la novela. Una buena adaptación cinematográfica debería captar esa esencia, esa idea fundamental. ¿Lo ha conseguido Laure de Clermont-Tonerre? Yo creo que sí. Y lo ha hecho seleccionando solo aquella parte de la historia que sirve al objetivo principal, eliminando personajes y situaciones, quitando vaivenes y centrando el punto de vista únicamente en la mujer. Ella, Constance Chatterley, es la mirada. De modo que, al detenerse en ella todo el tiempo, desaparece de nuestra visión lo que estorba a esa verdad que Lawrence quiere representar y que es bastante más sencilla de lo que pueda parecer. Pues se trata de la forma en que las personas tejen un espacio propio y único desde el que mostrarse, sin el añadido que la sociedad les imprime y que, para el escritor, solo sirve de parapeto, de muro. Y el hombre, Oliver Mellors, el guardabosques, es, en ese sentido, el propio Lawrence, con su aparente simplicidad de pensamiento (solo aparente), con su reivindicación de la sexualidad humana como la gran esperanza para no perderse en el aciago maquinismo, en la brutalidad del poder y el dinero. 

Constance Chatterley (de soltera Reid) es una joven de ideas liberales que se ha casado con un baronet, Clifford Chatterley, inválido a consecuencia de las heridas sufridas en la Gran Guerra. Ambos van a vivir a la mansión familiar. La casa es bastante oscura, casi tétrica, está llena de cachivaches antiguos y contrasta con la naturaleza de alrededor: hermosos bosques de prados, césped maravilloso y bien cortado, setos, flores silvestres, un lago y algunas casas de los trabajadores de la finca. La diferencia entre el exterior y el interior es otra de las bazas de la película. Fuera está la libertad. Dentro, la opresión. Entre los trabajadores está Oliver Mellors, antes teniente y ahora simple guardabosques. Sin embargo, no es un trabajador manual sin más, porque lee libros, entre ellos y con devoción al propio James Joyce. La vida sexual en el matrimonio simplemente no existe y para Connie esto es una situación terrible. En su marido no hay deseo ni pasión, pero tampoco ternura ni sensibilidad. Se diría que con sus piernas murió también su corazón. Ella se siente sola y atrapada en un futuro perverso y su único solaz es, precisamente, esa naturaleza tan hermosa que rodea la mansión y que se ofrece como un recurso para poder distraer su soledad y, sobre todo, su desesperanza.

Se esbozan con algunas pinceladas las luchas sociales y las diferencias de clase, brevemente representadas por un desfile de mineros en huelga o por el esfuerzo casi ridículo que hace Mellors para ayudar a Clifford Chatterley a moverse en su carrito de inválido. Porque lo sustantivo es mostrar el deseo, la llama que atrae al hombre hacia la mujer y al revés, puesto que es esa llama la que confiere su carácter más humano a las personas, lejos de intereses y de servilismos. Oliver Mellors es un criado que habla en dialecto porque quiere (podría hacerlo en el correcto inglés) y que no se avergüenza ni de su cuerpo ni de sus emociones. Connie Chatterley es una mujer a la espera, que conoce el mundo y conoce a los hombres, pero que aún no ha encontrado al hombre, ese que no la haga sentir ridícula después del acto sexual. La película resume en los encuentros entre ambos toda la lucha por reivindicar la humanización del ser social contra un mundo cada vez más absorto en luchas baldías, que ha dejado a los hombres inútiles de cuerpo y de mente, y a las mujeres perdidas en una soledad sin remedio. Y para lograr ese retrato esencial Laure de Clermont-Tonerre ha usado otros recursos, además de un guion que rechaza lo accesorio: la iluminación, los tonos azules sobre el fondo verde de la naturaleza, el juego de miradas, las frases cortas pero indicativas, el vestuario cada vez más ligero de la protagonista, los secundarios con su reprobación o su indiferencia y el reparto. 

La protagonista es Emma Corrin (Lady Diana Spencer en la tercera y la cuarta temporada de The Crown) una actriz en alza, sin esa apariencia poderosa que Lawrence atribuye a Connie, quizá por semejanza con Frieda, su esposa. Corrin, con su fragilidad aparente, es, sin embargo, rotunda en sus actitudes y ofrece una Lady Chatterley recuperada por la pasión que siente por Mellors, una resurrección de la vida que el libro pondera igualmente. En cuanto al guardabosques, se trata de un papel difícil, que puede llegar a ser ridículo si las escenas de desnudo no están bien rodadas. Como lectora de todo Lawrence, diría que Jack O’Connell podría ser Mellors y sus gestos (incluso otorgando nobleza a lo más cotidiano), su expresión y su presencia, poseen ese atractivo que el escritor le confiere. Es la masculinidad de la ternura lo que hace que Connie se acerque a él. 

Las lectoras (el femenino es a propósito) de D. H. Lawrence llevábamos mucho tiempo esperando una adaptación que tradujera su espíritu sin esa mezcla de pornografía y de snobismo que, hasta ahora, pueblan las versiones. He aquí que se ha conseguido.  Y la sensualidad portentosa que la obra destila, y que abrió nuestros ojos adolescentes a un conocimiento que solo intuíamos, se ha captado en imágenes por primera vez. 

(*) D. H. Lawrence. El amante de Lady Chatterley. Alianza Editorial, versión digital 2022. Traducción de Francisco Torres Oliver, 2001. P. 153


Resumen de la ficha técnica: 

Título original: Lady Chatterley’s Lover

Duración: 103 min.

Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; 3000 Pictures, Blueprint Pictures, Netflix.

Directora: Laure de Clermont-Tonnerre

Guion: David Magee.  Novela: D.H. Lawrence

Director de fotografía: Benoît Delhomme

Música original: Isabella Summers

Principales intérpretes: Emma Corrin (Constance), Jack O’Connell (Oliver Mellors), Joely Richardson (señora Bolton), Matthew Duckett (sir Clifford).

Plataforma y distribuidora: Netflix

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