‘Los tres nombres de Ludka’, un alegato en favor de la propia identidad

REDACCIÓN.

Los tres nombres de Ludka, de Gisela Pou, es una novela basada en hechos reales, que nos cuenta la historia de Ludka, una niña polaca secuestrada, germanizada, adoptada por un capitán de las S.S. y su esposa y posteriormente trasladada a España. Ludka forma parte del grupo de menores que llega en la primavera del 1946 al puerto de Barcelona desde Italia.

Otros niños y niñas sin patria, sin identidad y sin destino la acompañarán en su intento de recuperar su lengua, su cultura y sus raíces. En Barcelona los acoge Wanda Morbitzer Tozer, secretaria del Cónsul Honorario de Polonia, Eduardo Rodón y Blasa, una mujer que durante diez años no solo se dedicará a proporcionar a los niños comida, ropa y educación, y se convertirá en su confidente y figura materna sino también les ayudará a buscar sus raíces.

Barcelona es una ciudad de acogida, de refugio y de oportunidades, un escenario – una vez más en su historia – de una gran humanidad, de hombres y mujeres que se ofrecieron a ayudar a los exiliados. En 1957 los niños volvieron a hacer las maletas. Algunos se reencontraron con sus familiares en Polonia, Italia o Francia, otros, cuyas familias no pudieron ser localizadas, emprendieron viaje a EE.UU.

La sustracción ilegal de menores se ha practicado en diferentes momentos de la historia, pero es durante el siglo XX cuando aparecen casos bajo regímenes dictatoriales, tales como el nacionalsocialismo en Alemania, el franquismo español o la última dictadura militar argentina, con sus prácticas sistemáticas de robo de niños y niñas.

Los tres nombres de Ludka es una vibrante y conmovedora novela de esperanza y resistencia en un tiempo de guerra; un alegato para descubrir lo más universal y preciado: la propia identidad. Un homenaje a sus protagonistas, a todos los niños y niñas que han sufrido el devenir en la historia.

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