Jon Echanove, un autor con sello exótico

EVA FRAILE. BLOG: LA REINA LECTORA

No necesariamente cuando uno escribe lo hace sobre sí mismo, o introduce elementos de su propia vida en sus historias, pero parece complicado conseguir que estas «vivan» al margen de quien les ha dado esa vida. Precisamente eso es lo que les sucede a los libros del madrileño Jon Echanove, viajero empedernido, fascinado por culturas tan distintas de la nuestra como la china o la filipina, al que merece la pena leer y conocer.

La filosofía de vida de Jon Echanove es quizá lo primero que llama la atención al conocer la obra de este escritor madrileño. Hay una frase suya que me parece muy significativa: «Yo creo que escribo porque quiero vivir una infinidad de vidas que sé que no podré vivir». Quizá el hecho de saber que hay tantas cosas en el mundo que nos vamos a perder es lo que espolea a algunas personas a perseguirlas con más ahínco, aun a sabiendas de que su empresa es imposible por definición.

Es un poco lo que sucede con las novelas de Jon Echanove, muy marcadas por su espíritu viajero, por ese aroma de exotismo que ha impregnado su propia vida. ¿Qué autor sería capaz de mantener lo que escribe al margen de sus vivencias? «Desde muy joven, yo me he sentido un actor en mi propia vida y mi propio público —confiesa Echanove—. Tengo la impresión de que tomar esa distancia con mi realidad, de imaginarla como una aventura, una historia que se puede moldear, fue una estrategia para escapar de mi propio trauma y de mi soledad, y de creer que había un futuro en el que podía ser feliz. Construir historias, sobre todo respecto a mi futuro, ha sido y sigue siendo mi modo de enfrentarme a lo desconocido, a la pérdida y a la muerte».

El ángulo de la felicidad y Los planes de Dios son las obras más celebradas de este escritor, y, si bien son dos historias muy distintas, sí que podemos encontrar en ellas el sello personal que define a Echanove: el manejo de personajes psicológicamente complejos y un trasfondo ambientado en culturas exóticas como la china o la filipina. Echanove lo define de una manera bastante más certera: «El ángulo de la felicidad es una novela más intimista, muy centrada en la vivencia de un personaje, donde se trata de reflejar cómo las experiencias en un mundo ajeno pueden evocar diferentes recuerdos, o diferentes respuestas emocionales, que, con suerte, pueden hacernos ver nuestro pasado de un modo más generoso. Los planes de Dios es una novela con más diversidad de personajes, con más voces, donde se explora cómo se define y queda delimitado el éxito en función del entorno en que nacemos. Es una novela más oscura, pero en la que, al igual que en El ángulo de la felicidad, trato de que los personajes estén muy definidos psicológica y emocionalmente», comenta.

Los personajes, al igual que el resto de su obra, no resultan impermeables a la propia experiencia vital de Jon Echanove. Y eso que el efecto exótico de las culturas orientales parece haberse diluido ya hace tiempo, pero, sin embargo, siguen ejerciendo sobre nosotros un embrujo especial, porque, al fin y al cabo, solo las conocemos por la literatura, por el cine, si acaso por un viaje largo, una estancia de negocios. Poca gente consigue sumergirse realmente en una cultura tan diferente de la suya, aceptar y ser aceptados, y ahí es donde la experiencia de este autor resulta un factor diferencial. «Es indudable que, habiendo crecido en Europa, es difícil no ver la pobreza y la falta de desarrollo en muchos ámbitos de la vida en China. Sin embargo, a pesar de esas posibles carencias, vivir en Beijing, y en China en general, transmite una intensa sensación de que todo es posible, de que mañana va a ser mejor y que uno puede influir de un modo determinante en ese futuro», afirma Echanove.

Su próximo desafío es, ni más menos, una novela histórica ambientada en la Sevilla del siglo XVII. Llevará por título El aprendiz, y, pese a suponer un cambio importante en su carrera como escritor, lo afronta con optimismo y muchas ganas: «Ese era en parte el reto: ser capaz de hacer avanzar una trama y el desarrollo emocional de unos personajes a través de su cotidianidad, en un mundo y una época tan alejadas de la mía. Sin embargo, los temas siguen siendo similares: la corrupción, la violencia sistémica, la soledad, el trauma, la dificultad de crecer, el encuentro con la novedad… Pero todo ello en el marco de la vida de los mercaderes, marinos y esclavos de la Carrera de las Indias». 

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