‘El sentido de un final’, de Julian Barnes

INÉS PICH-AGUILERA.

«Creíamos ser maduros cuando lo único que hacíamos era estar a salvo. Pensábamos que éramos responsables pero sólo éramos cobrades. Lo que llamábamos realismo resultó ser una manera de evitar las cosas en lugar de afrontarlas.»

Uno de los muchos fragmentos esenciales que aparecen en la novela de Julian Barnes (1946, Leicester) El sentido de un final (Libros del Asteroide), y que introduce el foco de la trama: el tiempo, en muchas de sus formas. Somos expertos en tergiversar sucesos. Interpretar las actitudes de los demás más allá de sus actos, jugando a ser psicoanalistas y exploradores de verdades. Construimos un relato de quiénes somos que nos resulte afable y corresponda a esa épica que nos dicen debe ser la vida. Maquillamos historias, eludimos verdades. Literatura a la carta. Aquí entra Julian Barnes, quién aparece para deconstruir todas y cada una de nuestras certezas.

Podría parecer que el protagonista de la novela de Barnes son dos en lugar de uno. Él mismo cuando narra su historia y su alterego cuando las verdades que había tratado de ocultar

-u olvidar- lo encuentran, desprevenido. Lo conocemos en su adolescencia, marcada por grandes aspiraciones y un espíritu de filósofo que cambiará de rumbo y desembocará por contra en un adulto llano y conformista.

El cajón de la verdad se abrirá en la segunda parte de la novela y desmantelará un carácter que apenas habíamos previsto. Una carta enferma de celos que él mismo le escribió a un amigo -y que había eludido al narrar su historia- rompe con la personalidad inofensiva que nos habíamos hecho del protagonista para desmantelar un ser impulsivo, irracional y un primitivismo masculino con consecuencias trágicas sobre la vida de seres que él había amado. La sombra más oscura de su pasado lo acecha y el protagonista se reencuentra inevitablemente con su propio ser patético y enfermo de rencor.

Una bomba conceptual a partir de una historia que son muchas a la vez. El suicidio, el amor tóxico, los celos. El ego, los bohemios bien-educados que creen que pueden cambiar el mundo con sus conversaciones, las comparaciones con seres que idolatramos.

«La Historia son las mentiras de los vencedores, pero también las mentiras con que se engañan a sí mismos los vencidos.» La historia de Barnes es la historia de un vencido, que trata que luchar contra las verdades de su pasado para sobrevivir en su recuerdo.

¿Cuántas verdades descartaríamos si tuviéramos que contar la historia de nuestra vida?

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