Lola Casamayor en La habitación blanca: enigmática revelación de crímenes del pasado

Horacio Otheguy Riveira.

Mal acostumbrados estamos a considerar lo criminal como actos de sangre, homicidios y asesinatos en diferente grado, cuando cualquier acción contraria a los derechos humanos la representa. El acoso, el abuso, la omisión de socorro… todos son actos criminales que cuando son protagonizados por niños impresionan mucho más, sobre todo porque a temprana edad reproducen con inusitada crueldad acciones y pensamientos de sus mayores, de los adultos en general…

De esto va La habitación blanca de Josep Maria Miró, escrita en catalán y estupendamente traducida para la ocasión por Eva Vallines Menéndez: una misteriosa presentación de caracteres y conflictos del pasado conducido por una enigmática maestra de infancia, la que enseñó a leer y escribir a una mujer y dos hombres, los tres jóvenes aún, con vidas más o menos interesantes que solo tienen en común un drama del pasado que les atormenta en silencio, hasta que La señorita Mercedes llega, de manera aparentemente casual, para alterar conciencias, agitar emociones, clavar el puñal de la culpa, no del tan zarandeado sentimiento de culpa, sino de la inquietud inenarrable que conlleva saberse culpable de un acto inhumano que pudo pasar como cosas de niños.

Es una obra muy despojada, desarrollada en un escenario desnudo, con sillas metálicas y una mesa pequeña blanca sobre suelo blanquísimo por el que se mueve como pez en el agua, una señorita con caudal de facetas lastimeras y tiernas, que pondrá al descubierto las debilidades y angustias de tres exalumnos a lo largo de una jornada teatral, ya que en el despojamiento de la resolución escénica queda al descubierto una ausencia de realismo que torna más inquietante el drama de fondo. Un conflicto que empieza con apariencia de convencional: una señora “atrapada” por el segurata de un súper acusada de llevar en el bolso productos que no ha pagado…

A partir de aquí se suceden situaciones dialogadas con la vieja maestra que a todos cuesta reconocer. Pero ella parece saberlo todo, desde una perspectiva que al final alguien dilucida, pero que aún se nos queda resguardada en un buen enigma que ahonda el dramatismo del crimen ocurrido… allá lejos y hace tiempo.

La habitación blanca es una obra muy interesante que sugiere más que dice, alienta más que precisa, y bordea una atmósfera sobrenatural que el director Lautaro Perotti (Cronología de las bestias, Próximo…) ha captado con muy delicado sentido musical de la palabra dicha: un teatro hablado con mucha acción interior que comunica acertadamente con los espectadores, tal vez anhelantes de un realismo crudo que nunca se produce. En ese ámbito, la obra crece y enriquece sus postulados.

Esas historias que solo buscan resolver. Cómo acaba. Un final. Y una vez resuelto, ¿qué? Ya está. Yo soy más bien de… (Pausa. Sonríe.) Yo soy de un tiempo que quizá ha dejado de existir.

La Señorita Mercedes: solitaria, extraña, muy cálida e implacable porque es el detonante para remover la tierra de donde brotará un cadáver que nadie quiere recordar… Lola Casamayor, en otra notable creación, imponente, en su aparente sencillez, con matices corporales y diferentes tonos de voz, va desvelando circunstancias oscuras de su personaje y de todos los demás.

«MERCEDES: Cuando piensas en tus alumnos… te viene a la cabeza un niño, no alguien de vuestra edad. O la imagen antigua de una clase llena de críos. Niños y niñas chillando, corriendo, riendo… Una habitación blanca que se va llenando de dibujos en las paredes y de tarros de cristal, con una base algodón donde una semilla comienza a brotar. Nunca en alguien muerto. Créeme, se me rompe el corazón. No me cabe en la cabeza que un niño, uno de mis niños –quizá haya más– se ha quedado por el camino y que yo no sea capaz, ni tan siquiera, de recordar su cara. No me entra en la cabeza que un niño, uno de mis niños… Quizá hay más. ¿Hay más? (Pausa.) No piensas que uno de tus niños se haya quedado por el camino y yo ni siquiera soy capaz de recordar su cara. ¿Qué le pasó?»

 

Detrás de Lola Casamayor, Paula Blanco (una mujer valiente, madre soltera por propia decisión, carga con una incómoda, dolorosa actitud en el pasado); Santi Marín (un tipo duro, matón de niño, actual padre de familia inquietante); Jon Arias (el más débil, el más desamparado, el más sincero…).

 

Jon Arias (Muerte de un viajante) se ocupa del personaje más desarrollado y más cálido. Su desamparo es compartido por los demás, pero en diferente medida, ya que los otros han de sobrevivir bajo coraza. Él no, él confiesa una experiencia de infancia muy dura. Seguramente por vez primera…

 

De: Josep Maria Miró
Dirección: Lautaro Perotti
Traducción: Eva Vallines Menéndez
CON
Jon Arias (Carlos)
Paula Blanco (Laia)
Lola Casamayor (Señorita Mercedes)
Santi Marín (Manuel)

Diseño de espacio escénico
y vestuario Albert Pascual
Diseño de iluminación Xavi Gardés

Fotografías

Una producción de Flyhard Producciones SL – Sala Flyhard, con la colaboración de Timbre
4 y con la ayuda de Grec 2020 Festival de Barcelona.

TEATRO ESPAÑOL. SALA MARGARITA XIRGU. HASTA EL 9 DE ABRIL 2023

One thought on “Lola Casamayor en La habitación blanca: enigmática revelación de crímenes del pasado

  • el 5 abril, 2023 a las 10:46 pm
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    Fantástica función. Un buen libreto, excelente dirección y una Lola Casamayor genial en su dificil papel

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