‘Quijote en el Congo’, de Xavier Aldekoa

Quijote en el Congo

Xavier Aldekoa

Península

Barcelona, 2023

350 páginas

 

Por Ricardo Martínez Llorca / @rimllorca

Están las materias que uno ama o ha amado, y están las sensaciones que se extienden sobre estas materias y que al construirnos nos transforman en seres sentimentales. Dejamos de ser bestias porque reconocemos que amamos y en la memoria reconocemos que hemos amado. Ahí guardamos la inocencia perdida, las magdalenas y el placer de la primera piel de la persona de la que nos enamoramos. Ahí están los viajes y la esencia de los viajes, lo que nos hizo sentir viajeros, lo que nos llevó a separarnos de los demás. Porque el viajero pretende, o lo logra sin pretenderlo, separarse de la gente de su país de origen, al tiempo que no puede evitar quedar separado de la gente del lugar al que acude.

En esta ocasión Xavier Aldekoa (Barcelona, 1981) marcha al Congo con intención de recorrer el gran río desde sus fuentes hasta su desembocadura. Y quiere hacerlo de la manera más semejante a como lo hacen los habitantes de las regiones que atraviesa, a las bravas, tratando de sufrir en los huesos los mismos dolores que sufren ellos. Serán semanas de una travesía accidentada, por momentos peligrosa, que se nos relatará con el punto exacto de riesgo como para que podamos dudar de los motivos por los que a nosotros no se nos ha ocurrido emprender una empresa semejante. A todos nos gustaría que nuestro amor además de en la arena de la playa o bajo los robles del bosque, estuviera también en África, en la esencia de África.

Aldekoa nos relata el viaje con reverencia hacia el lugar elegido, mientras lo que realmente descubre es a las personas con las que coincide, tanto a los generosos como a los que sólo pueden vivir presos de la codicia. Se demora en detalles, marcando el ritmo de los acontecimientos sin que sobre una frase y sin que resulte un discurso digresivo. Al contrario que la mayoría de los libros de viajes que circulan por ahí, en este no nos entretendremos más de la cuenta con la documentación y las historias vicarias; hay, sí, algún entrometimiento, detalles de historias, actuaciones que vienen desde vidas prestadas, pero no se abusará de ellas. En realidad, lo que pretende Aldekoa, que es transmitir las sugerencias emocionales del viaje a partir de los hechos y las descripciones, se consigue de manera sobresaliente.

A lo largo de esas semanas, le acompañará una edición de El Quijote que, a juzgar por la redacción de la aventura, apenas encontró tiempo para leer. Ha viajado parapetado tras la mirada, al tiempo que compartía sus horas. Ha viajado actuando y observando, intentando compatibilizar ese imposible de ser testigo y no ser intruso. A nosotros nos llega la impresión de que ojalá hubiéramos estado allí, y eso es mucho. Él está enamorado del lugar y de la gente, y a nosotros nos gustaría disponer del valor para enamorarnos tanto como él.

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