‘Un trago antes de la guerra’, de Dennis Lehane

SERGIO VARGAS.

Todas las ciudades importantes de Estados Unidos tienen un fiel cronista, el autor del que me ocupo es Dennis Lehane (Massachussets, 1965) en su caso su musa sería la ciudad de Boston donde desarrolla sus ficciones policiales como lo hacen en Los Ángeles el escritor Michael Connelly con la estupenda saga de Harry Bosch y en Washington de la mano de  George Pelecanos.

En este caso nos encontramos con su ópera prima gracias a la editorial Salamandra, titulada Un trago antes de la guerra (2023), en la que presenta a un grupo de detectives pesimistas Patrick Kenzie y Angela Gennaro que recibirán el encargo de un senador para descubrir el paradero de una limpiadora que sustrajo información confidencial de su despacho.

Como un policía callejero, el autor se conoce hasta el último rincón de la ciudad de Dorchester donde el nació, dotando y puliendo sus personajes como si fueran perros rastreadores. Para ser su primera novela, el ritmo es firme, hay dosis de humor, las descripciones de la clases trabajadoras y sus diferencias raciales son muy realistas al igual que la psicología de los personajes donde abunda la decadencia ,violencia y uso de armas.

A Lehane el éxito le vendría después con sus tremendas Mistic River y Shutter Island, ambas son lecturas fantásticas, pero en mi opinión ha sido sobreestimado en sus inicios, su lectura no es para corazones débiles, su relato es crudo en su máxima expresión y su temática impacta aquí en su primera novela.

Una marca de la casa del autor: es la veracidad de sus protagonistas, uno se podría poner en su lugar, tienen inteligencia, dureza y diversión a partes iguales sin perder el suspense en ningún momento y de esta manera te va enganchando el relato de lo que les acontece.

Reitero cuando concluyes la novela te apetece echarte una copa con algunos de los protagonistas, empatizas mucho con ellos, otra forma de que no te aburra lo que tienes delante y de la potencia del autor para crear mundos, dibujar escenarios donde te vas sumergiendo sin querer y esto sólo lo consiguen los grandes. Por ejemplo los detectives son amigos de toda la vida, curran en el campanario de la iglesia del barrio donde la acción nunca de detendrá .

Lehane hace un gran trabajo, describe muy bien la complejidad de las psiques de los protagonistas, como cuando Patrick está rabioso en casi todas las situaciones salvo cuando lo va devorando sus recuerdos de sufrir abusos cuando era menor. Su compañera  Angela es dura como una piedra pero a la vez sufre de amores. Sus “haters” llaman al escritor bostoniano de quejica y que la vida de sus personajes no encaja, es pura contradicción, a mi me parecen creíbles, personas mundanas, que no tienen que ir gritando a los cuatro vientos sus traumas del pasado y que tienen sus defectos como cualquier hijo de vecino.

En fin que esta historia de crimen organizado y corrupción política de los años 90 se puede aplicar perfectamente al presente donde el racismo en USA sigue creciendo como vemos en los telediarios diariamente. Y donde los protagonistas que se odian a sí mismos dan pasos de bebé para intentar ser mejores a pesar de sus deficiencias. Esta ficción que no lo es tanto, exuda verdad por todos sus poros y ahí creo yo radica su poder.

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