‘El sindicato de los reencarnados’,

HÉCTOR PEÑA MANTEROLA.

Hay novelas cuya premisa es tan disruptiva que solo por eso llaman la atención. El sindicato de los reencarnados, de Ana Durá Gómez, es un perfecto ejemplo. Hoy día abundan los thrillers, las novelas intimistas de falsa bandera, la fantasía heroica. Pero ¿dónde queda la comedia, tan denostada a pesar de su antiguo apogeo?

Diré que llamarla comedia es quedarse corto. A mi parecer, la novela es hilarante por la propia concepción de algunos de sus personajes. Su actitud, sus acciones… El lector es un observador destacado del drama de su vida. Deberán perdonarme jugar con estos conceptos a la ligera. Que yo me divierta no significa que asistamos, a ojos de ellos, a una sucesión trágica de inesperadas revelaciones.

El pistoletazo de salida es el inminente fallecimiento del prestigioso pintor Mario Duarte. Convencido de ser haber descubierto a su anterior encarnación, decide fundar un colegio con un único objetivo: encontrar a su futura reencarnación y educarle para que su obra no quede desatendida o, peor aún, en garras ajenas que se lucren de su trabajo. Y ¿qué razón, verdad? Imagínense a Cervantes, después de una vida miserable, revolviendo el ectoplasma en la tumba. «¡Cierren las imprentas, almas cándidas! ¡Ese diez porciento de derechos de autor me pertenece!».

La novela involucra a una profesora de dicho colegio, al director, al padre de uno de los alumnos y a un cantante exitoso de capa caída, pasando por las reencarnaciones de artistas célebres como Vincent van Gogh. La premisa en sí es de diez. Estos personajes irán descubriendo su relación con el fallecido Mario Duarte, rozando de pasada temas tan actuales como el ecologismo, las relaciones por interés o los procesos educativos.

Destacaría también las regresiones a la vida del difunto, que se salpican a lo largo de la novela, como la sal por encima del hombro al cocinar. Lentamente van dando pistas que disparan todo tipo de teorías acerca de la verdadera identidad de los personajes del presente, incitando a continuar la lectura bajo una simple cuestión. ¿Quién será (de ser alguno)?

Como siempre digo, decir más es leer menos, y eso sí que no. Es una novela que merece ser leída palabra por palabra, ¡nada de diagonal! Cada palabra está escogida con astucia, jugando con ellas cual niño con una pelota. La podéis obtener desde la web de Editorial Cuadranta o a través de los distribuidores habituales.

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