‘Mañana y tarde’, de Jon Fosse

GERARDO GONZALO.

El 10 de diciembre suele ser la fecha de entrega del Premio Nobel, que este año 2023, en su rama de literatura, le ha correspondido al autor noruego Jon Fosse (Haugesund, 1959).

No es la primera vez, que a pesar de mi afición lectora, el galardón se concede a alguien que no conozco. No solo no es que no le haya leído, sino que no había ni oído hablar de él. Algo que en los últimos años, también me pasó con Abdulrazak Gurnah, Olga Tokarczuk o Tomas Tranströmer.

Sobre esta circunstancia caben dos lecturas. Hay una muy habitual en algunos medios españoles, que consideran un ejemplo de ligereza o capricho de la Academia Sueca, que premia a autores, más por cuestiones geográficas o de género, poniendo en un segundo orden la auténtica calidad de la obra literaria. Sería fácil adherirse a esta corriente y también autojustificativo. Yo que leo muchos libros, si obviamente premian a alguien que no conozco, y que se aleja de lo que podríamos llamar el canon occcidental de grandes autores contemporáneos, es que la Academia va más hacia lo políticamente correcto que hacia lo estrictamente  literario.

Opinar esto es una tentación, y de hecho algún argumento puede haber a favor. Que autores como Philip Roth, Ian McEwan, Murakami, Atwood, Carol Oates, Marías o incluso Houllebecq, colosales todos ellos y universalmente reconocidos por crítica y público, no hayan ganado el Nóbel en los últimos tiempos (alguno de estos además ya fallecidos no lo podrán ganar), puede parecernos extraño.

Pero otra lectura de la cuestión,nos podría llevar a pensar, que quizás el canon literario es mucho más diverso y no siempre tiene porque alimentarse de las autopistas principales de las grandes editoriales, los idiomas más extendidos o las literaturas a priori más robustas. Lo cual, es en cierta medida una cura de humildad cuando además, como es este caso, te adentras en una de las novelas de este nuevo Nobel, que es Jon Fosse, y te encuentras con una obra, que ya anticipo, es excepcional.

La novela es Mañana y tarde (Morgon og kveld, 2000), editada en España por NórdicaLibros y De Conatus, y nos cuenta la historia de dos días, de dos momentos en la vida de un hombre llamado Johannes. Uno es el inicio de su vida, otro el final de la misma. Esta novela breve es una auténtica preciosidad donde el autor, a través de un lenguaje llano, sencillo y coloquial, que premeditadamente huye de cualquier sofisticación en lo literario, compone un relato lleno de hondura y emoción, que transita por las grandes cuestiones vitales.

Estamos ante la historia de un viaje, que es la vida, en sus dos momentos más importantes, la partida y la llegada, el principio y el fin. Un viaje algo espectral y neblinoso, pero lleno de paz. Una obra onírica, intensa, simbólica y trascendente, que se nos presenta en una acción continua, fluida, sin pausa, que te arrastra como lector y que te acaba conmoviendo. Una historia de fantasmas, desde la pura verdad, que entronca en cierta manera con Pedro Páramo. Porque no hay nada más real que la vida, la muerte y el tránsito entre ellas, donde todo parece evaporarse.

Una obra además, en la que aunque intuimos la trascendencia y significado de los dos momentos vitales del protagonista, el autor es capaz de tensar al lector, que hasta el final, no tanto por el qué (que intuimos desde el principio) sino por el cómo, lleva la historia a un puerto de llegada, tan irremediable y esperado, como a la vez sorprendente.

Una obra que refleja la inmediatez del momento, el aquí y el ahora, y cómo se transita cuando ya no existen ni ese aquí ni ese ahora. Trascendente, sin pretenderlo, la novela se despoja de formalismo alguno. La gramática, la propia estructura de frases, párrafos y puntuaciones, se pone al servicio de la historia, de los hechos y de la búsqueda de la verdad última, elevando a arte una obra, que prescinde en buena manera de muchos de los rudimentos literarios más esenciales, en su búsqueda de lo más elevado, a través de los mimbres más básicos.

En mi opinión, nos encontramos ante una pequeña obra maestra. Una pieza triste, evocadora, pero con un fondo luminoso, en un libro lleno de fantasmas, que ojalá acierte en la descripción de ese final, de esa transición, mezcla de lo triste y lo bello, que nos deja un poso de paz en su evocadora descripción de la vida del protagonista, que es un reflejo también de la nuestra.

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