‘Oscuro silencio’, de Toni Molins

HÉCTOR PEÑA MANTEROLA.

Es la primera vez que leo a Toni Molins. Cuando tuve la oportunidad de adentrarme en esta novela negra, la primera del autor nacional, dije que sí. Adelante. Por qué no. A fin de cuentas, el negro muerte es el color que cargo a mis espaldas desde hace algunos años, aunque no lo quiera.

Me sorprendió que Oscuro silencio no cargaba tinajas de pez, sino una amalgama grisácea, como la madreperla que el horizonte pierde antes de una tormenta. Y es que no se trata de la clásica novela policiaca que atesta los anaqueles de las librerías, hilera tras hilera. Toni dedica una gran parte de la obra a la creación de los personajes: el padre, la hija, el abuelo, el trauma… Para ello, con su estilo fluido, escenifica la cotidianidad de sus actos, la rutina que llena los vacíos del trabajo del héroe, el inspector Pol Garrido.

Toda la historia gira alrededor de él: desde su predecesor hasta su descendencia. Por eso Toni los crea al detalle. Son, a fin de cuentas, personas. Como usted y como yo, querido lector. O al menos como yo; con los años que hacinamos últimamente, permítame el escepticismo.

La novela comienza con la aparición de un cadáver tras el descenso del nivel del agua debido a las extremas temperaturas del verano de 2022. Su identidad lo vincula al padre de Pol, que va atando cabos hasta que… Bueno, la investigación, en esta obra, no es tan enrevesada como en otras del género. No es el objetivo. Lo interesante es hacernos replantearnos aspectos morales y, sobre ellos, la gran cuestión: en una situación límite, ¿qué haríamos?

Lector, ven. Hablemos en confianza. Sí, usted y yo.

Sé que suelo hablar bien de los libros que comento por esta vía. A pesar de la capa de negra muerte, uno conserva cierto optimismo. Pues bien, esta es de esas obras en las que el lado bueno asoma como el cadáver momificado de los primeros capítulos. Si dices “bueno, es que las policiacas no son lo mío”, no pasa nada. No hablamos solo de eso. No. Estamos leyendo a seres humanos; sentimientos, que diría un político que todos conocemos. Y es cuando se les pone rostro a las víctimas cuando dejan de ser una cifra para importarnos.

Ah, y una cosa más. En esta sociedad de valores mareados, Toni reivindica la figura del agente del orden, el silente guardián que también sangra pero se mantiene estoico como un faro en la tormenta que tiñe la madreperla, para defender a la gente de bien.

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