ESPAÑA EN SORDINA
UN FILÓSOFO VIVO EN UNA CIUDAD MUERTA
Desde la Casa de las Muertes en Salamanca veía Unamuno la torre del palacio de Monterrey. En esa casa escribió su libro “Poesías”. Y en él estaba ese poema “La torre de Monterrey a la luz de la Luna”.
La torre de noche le abre la percepción: “Mas la luna en unción dulce al tocarte/ despiertas de la muerte y de la vida/y en lo eterno te sueñas y revives/ en tu hermosura”.
La torre y él tienen una complicidad visionaria. En esa casa con calaveras estaba el hombre más vivo de España. El esplendor del Renacimiento le comunica una vitalidad honda: “Renacer me he sentido en tu presencia/ torre de Monterrey”.
Aquí está toda la vida de Salamanca que no tienen los discursos académicos ni los tópicos que los guías sueltan a las manadas de turistas. Y ahora a través de unos hierros vemos al Unamuno de Pablo Serrano intenso pensando. Con pensamientos que arden como él decía, con ideas que inquietan. Al ver por la ventana la torre de Monterrey con su manierismo inquietante se pregunta si al final habrá una Torre de Gloria hecha con libertad de ensueño.
Y ahora lo vemos a él, en esa plaza secretamente alborotada, alborotarnos todavía con su pensamiento, con su libertad interior, con sus paradojas. Como imagen de España que también es una pura paradoja. Esa escultura alborotada, como un escándalo en mitad de la plaza, todavía nos invita a palpitar sin fin en la calle Bordadores.
En Salamanca nunca pasa nada. Y la Universidad premia los infinitos méritos culturales de Gustavo Petro. Aunque te dicen a cada segundo “no eres de aquí”. Pero Unamuno sigue tan vivo, incluso en estatua.
ANTONIO COSTA GÓMEZ FOTO: CONSUELO DE ARCO