Horacio Otheguy Riveira.
Una gran novela elaborada con situaciones muy teatrales para un máximo de cuatro personajes. Diálogos punzantes, con la ironía habitual del autor, pero enfocados a desestructurar el fenómeno del periodismo popular, el canallesco del cotilleo inmisericorde.
Con humor bastante negro, la sordidez en el estilo de una joven periodista tras los Trapos sucios de dos escritores, esgrimiendo los detalles ocultos que salen a la luz por exceso de confianza de los entrevistados y sus esposas.
De todo hay en esta breve novela publicada en 1999, que transcurre en el 97 de la muerte de Diana de Gales, o Diana Spencer… un personaje ausente que, sin embargo, ofrece un final de impacto ante unos personajes que se han estado debatiendo entre medias verdades. Lady Diana, alguna vez Alteza Real, acaba muerta como víctima mayor del Reino de los Paparazzi.
[…] Yo estaba al borde de mis fuerzas.
—¿Le amenazó con dejarle?
—Llegamos hasta ese punto. Pero él decidió que tampoco aguantaba más. Dijo que las novelas se habían acabado. Vencimos la casa de Londres y nos trasladamos aquí para empezar una nueva vida… Así que… Fue una solución, pero no se puede decir que heroica.
—Admito que estoy decepcionada –dijo Fanny.
—¿Por qué?
—En una época, él fue una especie de héroe para mí.
Eleanor miró intranquila a Fanny. Sonó el timbre de la entrada.
—Debe de ser mi taxi –dijo Fanny. Apagó la grabadora. Eleanor lo advirtió, alarmada.
—No me habrá grabado, ¿verdad?
—Sí –dijo Fanny, abriendo la cerradura de su maletín plano.
—No me ha pedido permiso.
—¿Eso cambia algo?
—No tiene derecho.
—No me ha dicho que fue confidencial.
—Lo sé, pero… -balbució Eleanor.
—¿Pero qué? ¿Por qué me ha contado todo eso?
—Estaba disgustada.
—Estaba cabreada con su marido y me lo ha vendido.
Fanny guardó la grabadora en el maletín y lo cerró.
—Déme la cinta. O borre el trozo en que hablo.
Fanny meneó la cabeza.
—Lo siento. –El timbre volvió a sonar-. Tengo que irme.
Eleanor se adelantó para interceptarle el paso cuando Fanny se encaminaba al vestíbulo. Fanny se detuvo y se puso en guardia, con el maletín a su lado.
—Escuche, supongo que yo quería que usted supiese la verdad –dijo Eleanor-, pero no necesariamente que la publicara.
—¿Necesariamente? –repitió Fanny con sarcasmo.
—Por favor.
—Usted ya sabe cómo me gano la vida.
Las dos mujeres se sostuvieron la mirada unos segundos. Luego Eleanor dijo:
—Sí, destruye la vida de la gente. Primero los ablanda de forma despreciable a fuerza de alabanzas y luego se presenta en sus casas, y los encandila para que hagan confesiones espontáneas, y traiciona la confianza que depositan en usted y destroza su amor propio y aniquila su serenidad. Así se gana la vida.
El timbre volvió a sonar.
—Adiós –dijo Fanny, y se fue. Un momento después Eleanor oyó el portazo de la puerta de entrada. Se sentó en una silla ante la mesa del comedor y miró al espacio… o al futuro. Su ira se había disipado. Su semblante ahora sólo reflejaba remordimiento y aprensión.
*** *** ***
[…] Un corresponsal hablaba por teléfono con alguien acerca de un accidente de coche. Transcurrió un par de minutos antes de que oyeran las palabras “París”, “paparazzi” y “princesa Diana”.
—¿Diana? –exclamó Fanny-. Dios mío, ¿qué habrá hecho ahora?
El corresponsal concluyó la conversación telefónica y dijo:
—Si acaba de conectar con nuestra emisora, ha sido confirmado oficialmente que la princesa de Gales ha muerto en un hospital de París, a las cuatro en punto de esta mañana, como consecuencia de las heridas…
Fanny, boquiabierta, apretó el brazo de Creighton, lo que hizo que el coche virara ligeramente.
—¿Diana muerta? No puedo creerlo.
—¡Chss! –dijo él-. Y suéltame el brazo.
Escucharon atentamente el resumen del noticiari—No puedo creerlo –dijo Fanny-. ¡Diana muerta! Y Dodi también. […]

David Lodge (Londres, 1935) es uno de los grandes maestros del humor inglés de nuestro tiempo y un escritor muy polifacético. Ha escrito libros de crítica literaria, obras de teatro y guiones para televisión. Es profesor honorario de Literatura Inglesa moderna en la Universidad de Birmingham, ciudad en la que vive actualmente. Entre sus obras más destacadas: Almas y cuerpos, Intercambio, El mundo es un pañuelo, Buen trabajo, ¡El autor, el autor!…