Antonio Jorge Meroño Campillo.

Uno, que es agnóstico, no necesitó perder la fe leyendo San Manuel,bueno, mártir a los quince años, como confiesa que le ocurrió en su libro El loco de Dios Javier Cercas. Leí ese libro más o menos con esa edad, en un colegio Marista, igual que Cercas, pero no perdí la fe entonces, pues no recuerdo haberla tenido nunca. Pero como también dice Cercas citando  a Croce, es imposible no ser cristiano, al menos en Occidente, pues es nuestra tradición cultural y espiritual. Pese a mi descreimiento, o precisamente debido a él, soy lector habitual de la Biblia, de nuestra mística, de libros sobre religión o historia de las religiones, teología, etc.

En su último libro, publicado poco antes de su muerte, los conjurados, Borges nos deja un poema que siempre nos ha conmovido a muchos, aunque no creamos. Su título es Cristo en la cruz: Cristo en la cruz. Los pies tocan la tierra/Los tres maderos son de igual altura/Cristo no está en el medio. Es el tercero/La negra barba pende sobre el pecho/El rostro no es el rostro de las lágrimas/Es áspero y judío. No lo veo/y seguiré buscándolo hasta el día/último de mis pasos por la tierra/El hombre quebrantado sufre y calla/La corona de espinas lo lastima/No lo alcanza la befa de la plebe/que ha visto su agonía tantas veces/La suya o la de otro. Da lo mismo/Cristo en la cruz. Desordenadamente/piensa en una mujer que no fue suya/No le está dado ver la teología/la indescifrable Trinidad, los gnósticos,/las catedrales, la navaja de Occam, /la púrpura, la mitra, la liturgia, /la conversión de Guthrum por la espada, /la Inquisición, la sangre de los mártires, /las atroces Cruzadas, Juana de Arco,/el Vaticano que  bendice ejércitos/Sabe que no es un dios y que es un hombre/que muere con el día. No le importa/Le importa el duro hierro de los clavos/No es un romano. No es un griego. Gime/Nos ha dejado espléndidas metáforas/y una doctrina del perdón que puede/anular el pasado. (Esta sentencia/la escribió un irlandés en una cárcel)/El alma busca el fin, apresurada/Ha oscurecido un poco. Ya se ha muerto/Anda una mosca por la carne quieta/¿De qué puede servirme que aquel hombre/haya sufrido, si yo sufro ahora?. Recuerdo que incluso el eximio administrativista, García de Enterría, escribió una crítica sobre este poema en una revista literaria, realmente impresiona el repaso de Borges a su propio fin, tan inminente.

Kazantzakis escribió en su día este libro que reseñamos, en el que se basó Scorsese para hacer su  película. Ambas, libro y film, sobre todo este último, levantaron mucha controversia entre los creyentes más conservadores. La película se me borra, pues la vi cuando la estrenaron, pero no creo que contuviera ninguna ofensa o herejía, siendo como es el director italo-americano un profundo creyente. Y la novela, dejando aparte el pequeño sueño-episodio del final, que da título al libro, sigue con bastante fidelidad lo poco que sabemos sobre Jesús de Nazaret, cuya fuente son sobre todo los evangelios canónicos, sumados  a los más o menos apócrifos o gnósticos, que tampoco aportan nada más.

Hay que respetar las creencias de los demás, pero para una persona instruida y racionalista, se hace muy difícil creer en los dogmas de la Iglesia. Añadiendo que tampoco ella lo ha puesto nunca fácil con su a menudo intransigente postura ante cualquier avance, por no hablar de todos esos puntos oscuros que cita Borges en su poema.

Ha muerto este lunes de  Pascua Jorge Bergoglio, sin duda un hombre de bien, dejando de lado que haya reformado el catolicismo en mayor o menor medida.  Yo le tenía verdadera simpatía.