Eduardo Suárez Fernández-Miranda.

[George Eliot] estaba sentada junto al fuego con un hermoso vestido de satén negro, con una lámpara de pantalla verde en la mesa junto a ella, en la que vi libros en alemán, panfletos y abrecartas de marfil. Era muy reservada y noble, con dos ojillos negros como el azabache y una voz muy dulce. Al mirarla, sentí que era una amiga, no exactamente una amiga cercana, sino alguien que derrochaba bondad y benevolencia. Lady Ritchie.

Han pasado 30 años desde Alba Clásica iniciara su andadura. Una colección dentro de la editorial Alba que se ha convertido en referente de la edición de autores clásicos comprendidos entre los siglos XVIII y XX. Su director literario, Luis Magrinyà, así lo recuerda: “Alba Clásica surgió como creo que deberían surgir todas: de una necesidad de lector. En 1995, cuando apareció Alba Clásica, echaba en falta como lector una colección de clásicos universales que en ese momento no estaban traducidos, o eran inencontrables, o se encontraban solo en colecciones de orientación universitaria. La idea era, con nuevas y buenas traducciones y un diseño atractivo, llegar a las mesas de novedades de las librerías, presentar los clásicos como si hubieran sido escritos hoy, o al menos en condiciones de compartir espacio con lo que se escribe hoy”.

Entre los autores que han venido publicándose a lo largo de estos años figuran Fiódor Dostoyevski, Marcel Proust, Charles Dickens, Tennessee Williams o Daphne du Maurier. Recientemente, la editorial barcelonesa ha reeditado a otra de sus autoras más representativas: George Eliot, nombre literario de Mary Ann Evans (1819-1880). La escritora inglesa manifestó desde muy joven una inteligencia y brillantez fuera de lo común. Interesada por los asuntos intelectuales de su época, fue subdirectora de la Westminster Review, una de las publicaciones más prestigiosas de su tiempo. Animada por el crítico George Henry Lewes a que se dedicase a la literatura, Eliot “escribió desde un punto de vista cada vez más personal, pero lo hizo sin el osado abandono de la juventud”, como recordaría Virginia Woolf.

Middlemarch (1871-1872) es una novela de madurez y una de sus obras más logradas. En ella se muestran las limitaciones que la sociedad patriarcal del momento -la época victoriana- imponía a las aspiraciones de una de sus protagonistas: Dorothea Brooke. Es también la historia de unos individuos, de sus relaciones personales, familiares y de sus aspiraciones y fracasos. Middlemarch es la pequeña localidad donde tienen lugar los hechos narrados en la novela; allí discurren las vidas de tres parejas sujetas “a los frágiles hilos del saber y el errar, entretejida con la crónica minuciosa de los destinos de toda una comunidad en una época de cambios”. El subtítulo de la novela refleja la intención de George Eliot al escribirla: Un estudio de la vida de provincias.