Pilar Martínez Manzanares.

La chica del lago, la más reciente novela de Mikel Santiago, confirma una vez más por qué este autor es considerado uno de los grandes referentes del thriller contemporáneo en lengua española. Con una narrativa envolvente y un ritmo perfectamente calibrado, Santiago nos sumerge en una historia que combina misterio, emoción y una profunda exploración psicológica.

La protagonista, Quintana Torres, es una escritora de éxito que regresa al pueblo vasco de Urkizu, escenario de una tragedia que marcó su juventud y dio origen a su obra más célebre. Este retorno no solo la enfrenta a los fantasmas del pasado, sino que la arrastra a una investigación que desentierra secretos largamente enterrados. El autor maneja con destreza los saltos temporales entre el presente y el fatídico verano de 1999, creando una tensión constante que mantiene al lector en vilo.

Uno de los grandes aciertos de la novela es su ambientación. Los escenarios —Bilbao, Madrid y, sobre todo, el inquietante Urkizu— están descritos con una riqueza visual que recuerda al cine, logrando que cada rincón y cada calle contribuyan a la atmósfera de suspense. La sensación de aislamiento, el peso de los recuerdos y la amenaza latente se sienten en cada página.

Los personajes están construidos con profundidad y autenticidad. Quintana destaca por su complejidad emocional, pero también brillan los secundarios, que aportan capas de ambigüedad y realismo a la trama. Santiago no se conforma con entretener: plantea reflexiones sobre la memoria, la culpa, el poder de la narrativa y cómo las historias pueden moldear —o distorsionar— nuestra percepción de la verdad.

La prosa es ágil, elegante y precisa. Cada capítulo está diseñado para avanzar la trama sin perder el tono introspectivo que caracteriza al autor. Los giros argumentales, lejos de ser artificiosos, están perfectamente integrados y sorprenden sin romper la lógica interna del relato.

En resumen, La chica del lago es un thriller absorbente que combina lo mejor del género con una sensibilidad literaria poco común. Es una lectura que atrapa, emociona y deja huella. Mikel Santiago demuestra, una vez más, que sabe cómo construir historias que no solo entretienen, sino que también invitan a pensar. Una novela imprescindible para los amantes del suspense inteligente y bien escrito.