«Mi película italiana»: brillante tragicomedia con un equipo de formidables actrices

Por Horacio Otheguy Riveira

Son muy buenas. Siempre que se anuncia la intervención de alguna de ellas, cualquier función gana puntos, esplendor, y por si esto fuera poco, la segura satisfacción del espectador ante una nueva recreación de mujeres insólitas. Así sucede con este reparto que da vida a una obra también fuera de lo común en la que la miseria económica y moral no impide que la imaginación gane terreno y el arte de sobrevivir descubra insólitos senderos.

De izquierda a derecha: Camila Viyuela, Nerea Moreno, Mona Martínez, Elena González, Inma Nieto, Vicky Luengo. Sentada, una auténtica prima donna: Teresa Lozano. (Fotografía, gentileza de Antonio Castro).

Todo comienza con Camila Viyuela (Top Girls) que ocupa el escenario vacío con una frescura que no abandonará en ningún momento; la frescura de una joven narradora con encantadora sonrisa, y una misión muy gratificante: contar la historia familiar, algunos episodios, con ella misma («Yo») y sus personajes, como cuando señala el porqué de la pasión italiana del título…

Todo lo que aquí se cuenta sucedió de verdad. Aunque las mujeres de esta historia nos llamemos de otra manera.
Gina se llama Gina, igual que Gina Lollobrigida. Se esperaba que fuese una perfecta hermana mayor, pero, pese a todas las expectativas, desapareció antes de tiempo como la Lollo en Falcon Crest.

Sofía se llama Sofía, igual que Sophia Loren. Vive avergonzada de la belleza de su madre. Y como Sophia Loren también, “soñaba una madre normal, con el pelo oscuro, una bata gastada, las manos ajadas y los ojos cansados”. Pero no fue así.
Lucía se llama Lucía, igual que Lucía Bosé. Su color favorito es el azul, intenso y casi cegador, un azul que te lleva a llamar a las puertas de los ángeles.

Claudia se llama Claudia, igual que Claudia Cardinale. Las dos tuvieron una hija a los diecisiete años. Claudia Cardinale fue violada y Claudia no. Es la hermana pequeña. Anna se llama Anna igual que Anna Magnanni. Hubiese cantado donde hiciese falta para mantenerse, en bodas, verbenas o comuniones, pero Anna nunca se dedicó a la lírica, ni al cine. Y, sin embargo, es igual de temperamental y volcánica. Es la madre de Gina, Sofía, Lucía y Claudia.
Y aún nos faltan personajes. Falto yo y falta María. Yo no necesito nombre porque soy yo y creo que a María no se lo voy a cambiar, porque sin querer, ya os lo he dicho. Yo soy la nieta mayor de Anna y María, la nieta más pequeña. (…)

Foto: Sergio Parra.

La escalada es amplia, arriesgada, lo cotidiano elevado a deporte de alto riesgo en la mera existencia cotidiana. Todo circula entre aspiraciones truncadas y ensueños secretos, bajo el mandato de una anciana rebelde, mandona, con muchas hijas y un andador que lo deja y lo toma caprichosamente. Está el velatorio de su marido y a partir de allí todo lo demás, una casa, el dinero que hace falta, una residencia en la que quiere estar lo mismo que le encanta fugarse cuando le da la gana. Tiene el nombre de Anna por Anna Magnani, aquella belleza de teatro de variedades, comedias y profundos dramas, puro temperamento, y la acompaña con ingenio y cariñoso respeto el talento de un director como Salva Bolta (Rinconete y Cortadillo) lleno de buenas ideas —siempre a favor del texto, con afán de enriquecerlo— que borda la sucesión de escenas con homenajes al mundo del cine, e incluso un gran final a la manera del gran Billy Wilder y su Sunset Boulevard (El crepúsculo de los dioses).

Entretanto, bosquejos de vida intensa o muy gris, momentos en personalidades que sólo se nos muestran esbozados, como una buena «Imitación a la vida» (otra película, esta vez de otro alemán, maestro del melodrama de Hollywood, Douglas Sirk); goteo de sensaciones que se convierten en emociones sutiles o abiertamente dramáticas, cuando no tocadas por elegante ironía. Cada mujer tiene su actriz precisa para que todas adquieran el brillo imprescindible en función de un teatro coral, de una encomiable labor de equipo, alrededor de Teresa Lozano (El cojo de Inishmaan), la mamma sacrosanta, temible, fascinante, que cuando ya no puede imponer sus sueños, impone con gallardía su propia muerte. Nerea Moreno (Canícula), Elena González (Mármol), Inma Nieto (Bailar en la oscuridad), tienen situaciones de peso, pero alcanzan gloria eterna con un juego rítmico fabuloso en torno a cómo deshuesar un pollo… en medio del velatorio de su propio padre.

Entre muchos aciertos dentro de una obra siempre muy interesante, firmada por Rocío Bello (actual directora de la Escuela Municipal de Arte Dramático de Madrid), destaco especialmente la gran escena de alguién física y emocionalmente vencido: Lucía, que tiene una hija en crisis, María. Las interpretan con una riquísima contención dramática Mona Martínez (DioS K) y Vicky Luengo (El idiota).

Mona Martínez, Lucía. Foto: Sergio Parra.

Lucía.- Han detenido a doce miembros de una organización de internacional narcotraficantes de origen hispano-marroquí. A las pocas horas fue detenido el conductor del Porsche Cayenne, también de origen marroquí. Los policías procedieron a la identificación del hombre y comprobaron que portaba documentación griega falsificada.
Su acompañante y supuesta pareja, según declaró a la policía el acusado, pudo escapar sin que se conozca su identidad.
La acompañante era mi hija. Mi hija María.

Es la mayor operación antidroga realizada en Europa en el último año. Las autoridades han lanzado la voz de alarma porque la heroína está recuperando popularidad. El bajo precio de la heroína hace que sea una buena droga para consumir en tiempos de crisis. Los expertos afirman que los efectos secundarios del consumo de heroína, mezclada o no con cocaína, son los delirios paranoides, las depresiones de gran intensidad y las alucinaciones sensoriales, auditivas y visuales en el mejor de los casos. Probé la heroína por primera vez a los quince años: yo digo que el efecto secundario de la heroína, mezclada o no con la cocaína, es, en el mejor de los casos, la muerte.

Vicky Luengo, María. Foto: Sergio Parra

Nosotros entendimos la droga como una revolución. Pero lo que querían es que estuviésemos tranquilos, girando y girando en el mismo sitio hasta cavar un agujero y caer en él. Después solo tenían que echarnos tierra encima. Lo mejor hubiese sido la combustión. Lo mejor hubiese sido desaparecer, evaporarse.
¿Qué quieren de vosotros ahora?
He registrado la casa azul en cuanto me he enterado.
No he encontrado heroína. No he encontrado dinero.
No he encontrado vehículos de alta gama.
No he encontrado silenciadores, munición, ni básculas, ni la pistola.
¿Qué puedo decirle a mi hija?
Gracias a mí nació con el síndrome de abstinencia. Con los ojos azules como yo, como este
ojo. En el otro me clavé una tijera de bordar a los once años.
Mi padre también tenía los ojos azules y mi madre siempre ha dicho que ella también, pero
no es verdad. Me pregunto quién va a cuidar de nosotras ahora.
Un bebé con síndrome de abstinencia es como un ángel.
No pesa.
¿Qué le puedo decir entonces?
Lo único que puedo decir es: cierra bien la puerta y no dejes que entre nadie.
Lo único que puedo decir es: si te pierdes dos veces será imposible volver a encontrarte.

Panorámica de una escenografía de Paco Azorín que une cierto naturalismo con el aire fantástico en el que quiere vivir su protagonista, la anciana Anna. El enrejado es a ratos un telón; la cama, una mesa, y el ambiente muchos ambientes, de la comedia a la tragedia (iluminación de Luis Perdiguero) por donde deambulan mujeres que luchan por subsistir en un mundo difícil, presidido por hombres muertos. (Foto: Sergio Parra).

El recuerdo de Anna Magnani es muy importante para la protagonista. Por este motivo hay sesión especial en el Cine Doré de una sus películas más importantes (Filmoteca Española: Calle Santa Isabel, nº 3)

Martes 21, 17:30 ·
Bellísima (Bellisima, Luchino Visconti, 1951). Int.: Anna Magnani, Walter Chiari, Tina Apicella. 35 mm. VOSE. 114’
«Una maravillosa burla de la industria del cine italiana y de las ilusiones que generaba, delineada en proporciones casi épicas con estilo y brío». (Jonathan Rosenbaum)
Presentación a cargo de la autora Rocio Bello, las actrices Elena González, Vicky Luengo, Mona Martínez, Nerea Moreno, Inma Nieto, Camila Viyuela y el ayudante de dirección Juanma Romero, integrantes de la obra de teatro Mi película italiana, que estará en el Teatro Español hasta el 26 de mayo.
Se sorteará una entrada doble entre los asistentes.

Autora: Rocío Bello

Dirección: Salva Bolta
Reparto: Elena González, Teresa Lozano, Vicky Luengo, Mona Martínez, Nerea Moreno, Inma Nieto, Camila Viyuela

Intervención en vídeo Rulo Pardo

Escenografía Paco Azorín

Iluminación Luis Perdiguero (AAI)
Vestuario Guadalupe Valero
Música Luismi Cobo
Ayte. dirección Juanma Romero Gárriz
Ayte. escenografía Fer Muratori

* El encuentro con el público tendrá lugar el día 9 de mayo tras la representación.  Podrá asistir cualquier persona que interesada (entrada gratuita hasta completar aforo). Presenta y modera Almudena Grandes.

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