Entrevista a Reyes Calderón por «La venganza del asesino par»

 

Por Benito Garrido.

Fotografías por Pablo Álvarez.

 

A propósito de su última novela La venganza del asesino par (Editorial Planeta, 2012), hemos entrevistado a la escritora vallisoletana Reyes Calderón.

 

Reyes Calderón (1961) es profesora y decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Navarra. Casada y con familia numerosa, compagina su carrera como economista con la escritura. Si su firma aparece con asiduidad en artículos de opinión o conferencias, como escritora ha publicado siete novelas: Ego te absolvo, Gritos de independencia, Las lágrimas de Hemingway, Los crímenes del número primo, El último paciente del doctor Wilson y La venganza del asesino par. Estas cinco últimas están protagonizadas por la jueza Lola McHor y el inspector Juan Iturri.

 

La venganza del asesino par. Reyes Calderón. Editorial Planeta, 2012. Novela. 450 páginas. 20,50 €

 

El helicóptero del hombre más rico de Argentina se estrella durante una tormenta. Aunque todo apunta hacia un accidente, la policía recibe pruebas de que es un asesinato. Lo extraño es que las pruebas las envía el recluso Ernest Wilson desde una prisión federal aislada por la nieve. Asegura que alguien va a cometer un crimen perfecto para robarle la gloria, y ofrece su colaboración. Sólo una condición: entrevistarse con la juez que lo detuvo, Lola MacHor. Pero ella rehúsa. Pronto descubrirá que el asesino par la está retando. Pero ¿qué es un «asesino par»?.

 

La venganza del asesino par es algo más que una novela negra y de misterio. En realidad, abarca varios géneros y los funde con naturalidad para ofrecer un relato emocionante, lleno de intriga y, al mismo tiempo, de credibilidad. Hay crímenes, investigación y misterio, pero también aventura, psicología, humor, viajes y, como telón de fondo, un reflejo fiel del complejo universo en el que transcurren, en nuestra sociedad actual, las relaciones personales, familiares y amorosas.

 

Entrevista:

 

P.- ¿En qué momento te vienen a la cabeza esos crímenes qué relatas: dando clase, paseando, preparando una charla, o cuando te sientas directamente al escritorio? ¿Vía de escape?

No, ninguno de esos casos. Al final se mezclan varias piezas, y cuando eso ocurre estalla la trama. Se trata de retazos de cosas que te llaman la atención: conversaciones, miradas de gente, periódicos, actas judiciales… No sé exactamente cuando surge la idea, pero vas acumulando información, y de repente hay un click que te dice “ahora es cuando lo tengo”. Y entonces estoy dándole vueltas al asunto hasta que encuentro la trama. O más bien creo, que esa trama es la que me encuentra a mí.

También podría decir que funcionan como vía de escape al día a día. En este caso, podría también dedicarme a escribir poesía, pero en realidad lo que se me ocurren son crímenes. Si éstos son una completa evasión para el lector, para mí mucho más.

 

P.- La pareja McHor/Iturri, ya va consolidándose como una de las mejores en el mundo de la novela criminal. ¿Qué crees que la hace diferente y especial?

El otro día me preguntaron en que se diferenciaba la literatura nórdica de la literatura española, y en concreto de la mía. La nórdica se basa en los hechos, y éstos se muestran y se demuestran. La mediterránea lo que tiene de especial es que es una novela de personas, y a las personas te las encuentras, no se puede demostrar nada. Ese encuentro con los personajes está hecho de muchos instantes, de muchas pequeñas cosas que son las que van tejiendo en la cabeza del lector una figura. Yo creo que eso en la novela nórdica no existe. Yo intento acercarme a las personas y al porqué esas personas hacen cosas. No me importa tanto lo que hacen como los porqués, y para eso tengo que hacer que el lector conozca al personaje y lo comprenda.

 

P.- Ya van cinco títulos en la serie. Cuándo ideaste a los personajes, ¿pensaste ya (desde el principio) en una continuidad o eso vino después, con el éxito?

No. Los personajes fueron creciendo al mismo tiempo que yo, no tanto porque funcionaran bien, sino porque empezaron a tener más cuerpo y entidad dentro de mi cabeza. Hay veces que me gustaría que hiciesen algo, y ellos mismos me dicen que no, porque no va con su carácter, o con su tipología. Ya están tan marcados y parcelados (distintos unos de otros) en mi mente, que funcionan solos.

Ahora los personajes van a tener un par de años de descanso. Necesitan retejer la trama de sus relaciones personales. Algo que no es fácil.

 

P.- En muchas ocasiones la novela negra va íntimamente ligada a una crítica social. ¿Qué crees que prima más en tu novela?

Quinientas páginas te dan pie para casi todo. Cada personota tiene su particular tendencia y eso le permite hablar de sus ideas, de sus cosas. Por ejemplo, yo he puesto a la juez en la sala penal del Supremo porque nunca ahí ha habido una mujer, ni la hay. El que quiera verlo como una reivindicación pues puede verlo así. Las tramas te dan pie para hablar de muchas cosas, y yo creo que cada escritor tiene que tener un punto reivindicativo sin llegar a herir a nadie.

Lo que hago es plantear problemas y contar las distintas facetas del mismo, pero nunca me posiciono. Prefiero que lo haga el lector: lo ponemos frente a un tema y luego él que haga y opine lo que quiera. Nosotros no somos profesores de nadie, no enseñamos, mostramos como mucho.

 

P.- Supongo que esta pregunta se la habrán hecho muchas veces: ¿Qué tiene Lola McHor como personaje de la misma Reyes Calderón?

Yo creo que bastante menos de lo que la gente piensa y un poco más de lo que a mí me gustaría.

 

P.- ¿Es la locura que tú tratas en tu libro ese elemento que le falta al ser humano para estar más cerca del animal, lo que lo lleva a justificar el acto criminal?

Sí, hay un punto de locura y también un punto de orgullo. El criminal que se cree un artista y quiere ser el mejor criminal, el mejor asesino. Hay una carta que escribió el famoso Zodiac a los periódicos en la que no hablaba de la víctima que acababa de matar, pero sí se interesaba en quien interpretaría su papel cuando se hiciese una película de su vida. Ese punto de narcisismo y soberbia se da en este tipo de gente, que curiosamente es muy animal. Es como si las esquinas se cruzaran porque en el animal no existe el orgullo pero en estos asesinos existe. Cuanta más animalidad, más orgullo. En la novela he querido contrastar el crimen perfecto con la búsqueda del amor perfecto.

 

P.- ¿Te sueles documentar mucho para dibujar la mente de tus asesinos?

Quizás sea por mi mente matemática, me paso mucho tiempo documentándome. Como te decía antes, para encontrarse con alguien hace falta ser muy puntilloso en los detalles, porque si uno de ellos no casa, el personaje deja de ser creíble. Entonces, para que en mi caso, encajen todos esos detalles, hace falta trabajar con un forense, un policía, un fiscal, con un juez, dos psiquiatras. Cada uno en su parte me va corrigiendo la novela para ajustarla al lenguaje adecuado. Hace falta ser muy preciso para que el personaje no pierda carácter desde el punto de vista del lector. Que sea quien sea el que lo lea, ya sea forense, médico, juez o el lector habitual de la calle, a ninguno le desentone. 

 

P.- La historia de amor frustrado de Iturri permite descargar las tensiones de una trama realmente intensa. Pero ¿por qué no termina de resolverse como los casos que se investigan?

Yo creo que en parte se resuelve. En estos temas del amor nos pasa un poco como con los bienes de consumo, que si los tienes muy cerca no los aprecias. En castellano apreciar significa poner un precio. Lo que tienes cerca, termina perdiendo valor y al final casi ni le pones precio, hasta que lo pierdes. Cuando lo pierdes es cuando realmente valoras lo que tenías. En ese sentido, lo que le pasa a la juez es que tenía dos cosas valiosas cerca (Jaime e Iturri) y como siempre andaba de acá para allá, no llegaba nunca a posicionarse, hasta que las pierde. Eso nos pasa a todos un poco.

 

P.- Dos amores: Jaime e Iturri, pero Lola es fiel al matrimonio. Eso no pasa en las novelas de género: la chica termina cayendo en brazos del policía bueno…

Ya, pero otra cosa es lo que ocurre en la realidad. Eso en la realidad no es tan fácil.

 

P.- Cuatro partes – Cuatro personajes narradores diferentes. Atractiva visión de la trama para el lector. ¿Por qué? ¿Cuál te resultó más complicada?

Te permite explicar la historia desde los diferentes puntos de vista afectados. Así cada uno de los personajes puede ver esa parte que aprecia y cómo enfrentarla, y lo hace con su propia voz. Hasta ahora siempre hablaba Lola, pero pensé que este camino era una forma de darle voz al resto de los protagonistas.

Iturri es quizás la parte más complicada, sobre todo por el hecho de ser hombre, y además un hombre bastante complejo. La dificultad no es tanta en cuanto a la forma de hablar, que se puede corregir, es como se enfrenta un hombre y policía a los problemas, su forma de pensar. Ponerse en la piel de un personaje complejo pero también atractivo, no ha sido fácil.

 

P.- ¿No te has planteado que tus personajes,  pueda dar el salto al cine o la televisión?

Varios productores están ya estudiando mis novelas, pero volvemos a lo mismo, como llegó la crisis, todo se quedó parado. Yo sí que veo a Lola como protagonista de una película, tanto en el cine como en una serie de televisión.

 

P.- Cuando uno empieza a escribir novela policíaca ¿le cuesta romper con el género?

Yo creo que no. A mí siempre me ha gustado mucho la intriga y no creo que lo deje. Pero de la intriga a la novela negra hay una distancia bastante amplía. Hay mucho en el medio. No tiene que morir gente para hacer intriga.

 

P.- ¿Por qué de este boom de la novela policíaca que vivimos hoy?

Hay una parte coyuntural: en épocas de crisis, uno quiere evadirse y esta es una forma relativamente barata de evasión. Te permite viajar sin necesidad de billete. Te permite limpiar la mente de otras cosas. Y por otro lado, hay una razón más estructural: antes la novela negra era solo intriga y encima bastante poco cuidada; ahora eso ha pasado a la historia, y la novela de género ha cambiado a mejor, está escrita como cualquier otra novela que no sea de género. Eso hace que el lector pueda tener dos cosas muy importantes juntas, la acción y la literatura.

 

P.- ¿Crees que el thriller español podrá llegar a alcanzar las cotas de best-seller?

Yo creo que sí. Nos queda por dar el salto a las traducciones al inglés, pero ya se van consiguiendo. Cuando ha empezado a repuntar la novela negra española, ha llegado la crisis, y entonces las traducciones se han frenado. En cuanto pasemos este bache, yo creo que sí que podremos alcanzar esas cotas.

 

P.- De la economía a la escritura.  ¿Cómo fue esa evolución, ese paso?

En realidad empecé por la escritura y acabé en la economía. Fue al revés. Gané un concurso de cuentos de pequeña y de ahí surgió el gusanillo. Y empecé a escribir aunque no lo publicaba. Además como me habían dicho que la economía era incompatible con esto, pues yo callaba. Hasta que ya en el 2000, decidí dejar de hacer caso a la gente y hacer yo lo que me diese la gana. Así que saqué mi primera novela. Y ya llevo siete, de momento.

 

P.- ¿Nuevos proyectos a la vista?

Sí ya tengo una novela acabada y entregada a mi agente. Yo suelo ir con año y pico de anticipación a las editoriales para que no me metan prisa. Así también me doy tiempo a estudiar de nuevo la novela, revisarla, detectar posibles fallos. Todo esto, en mi caso, es un  proceso lento. En este caso hablamos de una novela de intriga pero sin cadáveres.

 

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