El retorno de Veronica Mars

 

Por MARTA AILOUTI

Retrocedamos un poco en el tiempo. Es mayo de 2007 y están emitiendo el último capítulo de Verónica Mars. Se titula The Bitch Is Back. Y detrás quedan tres años, tres temporadas y 64 capítulos para deleite de parte de la crítica y un núcleo decente de seguidores fieles que no resultan suficientes para evitar un adiós aparentemente definitivo. Ellos insisten. Y Rob Thomas, su creador, y Kristen Bell, su protagonista, también lo hacen. Son los mismos que ahora la resucitan en forma de película. Es tiempo de fe.

CAPRA  DOHRING

Pero sigamos en el pasado.

En la televisión suena It never rains in Southern California de Albert Hammond mientras Kristen Bell se aleja entre la lluvia. Después se funde con el negro de los créditos y Veronica Mars simplemente desaparece. Como si acabara de pasar la peor tormenta y pareciera que no hubiera ocurrido nada. Así que más de uno lo piensa. Que si existiera justicia divina este no debería ser el final.

Y como si realmente se tratara de algo divino, el 13 de marzo suenan las trompetas y hay fumata blanca. Rob Thomas, su creador, lo dice, lo cuenta, lo escribe, lo grita. Habemus película. O aquello era otra cosa. El resto viene de la mano de sus fans. En apenas unas horas logran el objetivo propuesto para costear el film por medio de crowdfunding (lo que en español se ha conocido también como financiación en masa). Justicia terrenal, lo llamaremos.

Como de justicia tiene también mucho Veronica Mars, o de justiciera en este caso. La serie catalogada como «teen noir», adolescente y negra, tiene un toque oscuro que encuentra el equilibrio perfecto en las historias de instituto. Brilla por su humor, gracias a un guión inspiradísimo, ágil y fresco, con constantes referencias culturales que consigue convertir cada diálogo en una delicia para el espectador. Pero también por su drama, tratado tan sutilmente que nunca traspasa los límites de la lágrima fácil. Porque Rob Thomas logra exponernos los hechos más trágicos, que no son pocos, con la importancia que tienen, sin meter el dedo en la herida y apretar. Y para ello se sirve de flashbacks acompañados por la adorable voz en off de su protagonista que ya en su capítulo piloto nos lo cuenta.

Es así como nos enteramos de que Lilly Kane, su mejor amiga, ha muerto asesinada. Que el sheriff local de Neptune (California), que es también su padre, ha sido despedido a petición popular por equivocarse en la autoría del crimen. Que su madre la ha abandonado. Que su novio la ha abandonado. Que sus amigos la han abandonado. Es una historia triste pero no lo parece. Nunca llueve en California. Después también nos confiesa que fue drogada y violada en una fiesta. Y ha salido el sol mientras lo cuenta.

De hecho si algo se le pudiera criticar a la serie, sería precisamente esto. Que a veces no te cala desde dentro. Uno se emociona viendo Veronica Mars, pero nunca parece del todo real. No ayuda, desde luego, sus escenas escabrosas de sangre, con esa Lilly Kane herida, de bajo presupuesto. Pero tampoco el perfil de la protagonista. Cuesta imaginarse unos quince años así. Tal vez por ello sea cuestión de realizar un ejercicio de fe. Partamos pues de que esta adolescente, que trabaja en la agencia de investigación privada de su padre, es realmente inteligente, perspicaz y atrevida. Que casi siempre atrapa a los malos, con una media de al menos uno por capítulo y uno complicado, o varios, por temporada. Que muchas veces es capaz de quedar por encima de cualquiera, incluso de los adultos, a los que ridiculiza constantemente. Olvidemos, de hecho, que es una adolescente. Aceptemos todo eso y más. Tendremos también que volver al instituto. Porque sí, la serie está hecha de y para adolescentes. Tenedlo presente. Pero seguro que más de uno se sorprenderá sonriendo si le da una oportunidad.

Lo hará por su estrella principal, Kristen Bell, y su genial interpretación. Veronica Mars es a la actriz lo que esta le es a la serie. Y ella está simplemente perfecta. Ácida y divertida. Rota cuando la decepcionan, y humanamente herida cuando se equivoca. Su personaje, ése sí, te cala hasta los huesos. Pero también lo hace el resto del reparto. Entre otros, el padre, Keith Mars (Enrico Colantoni), el amigo, Wallace Fennel (Percy Daggs III), el motero de barrio, Weevil (Francis Capra), el abogado con aspiraciones a detective, Cliff McCormack (Daran Norris) y, cómo no, Logan Echolls (Jason Dohring). Todos imprescindibles.

Y es que Rob Thomas realmente sabe cómo sacar partido a un puñado de adolescentes en pantalla. Partiendo de una serie de clichés ridiculiza, ironiza y pone en evidencia a todo tipo de estereotipos, edades y clases sociales (altas y bajas, las medias no existen en Neptune). Y de fondo sus intrigas, más o menos contundentes. Deslealtades, robos, raptos, violaciones y asesinatos, entre otros. La cosa es que funciona. Y bien. A fin de cuentas, Veronica Mars no es más que una heroína que reparte justicia, e incluso venganza, en el instituto (en su tercera temporada, también en la universidad). ¿Puede existir algo más delicioso que eso?

Tal vez sí, la película. Seis años han tenido que pasar. Pero hoy tampoco llueve en California. Lo decía Veronica Mars en su despedida: «the bitch is back».

Solo era cuestión de esperar.

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