Miguel Poveda, embrujo en el Niemeyer

 

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Por Sergio Valbuena.

Mientras se abrían las puertas del recinto me quedé a observar a la gente que iba entrando al auditorio, público de todas las edades lo que nos da una idea de la grandeza de un artista que ha ido saltando barreras desde que hace ya más de 20 años saliera de su Badalona natal para convertirse en una de las figuras más respetadas del flamenco.

El recinto casi lleno puso nervioso a Poveda ya que «siempre da nervios debutar en una plaza en la que nunca hemos estado» afirmó, aún así tardo poco más de dos minutos en levantar a un público entregado desde el inicio.

En el primer tercio transformó el escenario en una tablao flamenco, se sucedieron seguidillas con sentidos homenajes a Lole y Manuel y al genio granadino Enrique Morente con el que comparte ese espíritu renovador que a Morente le hizo el más grande (permiso por supuesto de Camarón) y que puede colocar a Miguel Poveda en ese triunvirato de genios del flamenco.

El segundo tercio lo inició homenajeando a las grandes coplistas de este país, de Concha Piquer a Lola FLores con mención especial a Rocío Jurado…. y ya para entonces el público ya estaba entregado al saber estar de un Poveda que había transformado el tablao para pasarse al formato banda con piano (soberbio el gran Amargós), batería, guitarra española y su voz. Se atrevió con un soneto de Lorca musicalizado por Pedro Guerra y finalizó con una versión de Caetano Veloso. Ya en ese momento de la noche el público llevaba varios minutos en pie con la sensación de haber vivido una noche mágica de flamenco. Así fue,vuelve pronto maestro.  

 

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