Ana María Matute, la voz de la posguerra española

Por Pilar Martínez.

frase-el_que_no_inventa_no_vive_-ana_maria_matuteLa literatura española del siglo XX encontró en ella a una de sus voces más representativas y personales de todos los tiempos, y sus novelas llegaron a marcar tanto a sus contemporáneos como a posteriores escritores. Considerada una de las mejores novelistas de la posguerra española y miembro consagrado de la Real Academia Española, Ana María Matute publicaría su primera novela en 1948 bajo el título de «Los Abel», comenzando así con una carrera exitosa , llena de fama y reconocimiento.

Con tan solo once años, la escritora catalana fue testigo de uno de los acontecimientos más truculentos y fatídicos de la historia española. La guerra civil con su violencia, su terror, su muerte, su odio y su consecuente posguerra calaron tanto en la persona como en las obras de la autora. Una infancia y juventud marcada y robada por la guerra es uno de los principales hechos que se quedaron reflejados en las obras de Ana María Matute.

El pesimismo derivado de estos terroríficos años, fue uno de los ingredientes principales para la cocción de las múltiples obras de la escritora. Otorgando así a estas ciertos tintes de sensatez que llegaron a ser más claros que la realidad de la vida. Ciertas características como la malicia o la hipocresía fueron definidas y desarrolladas por la autora a lo largo de su obra, al tiempo que la trilogía se convirtió en una producción de culto para ella. De hecho la mayoría de los críticos afirmaron de manera casi unánime, que sus mejores obras siempre coincidieron con trilogías como «Los Mercaderes», la cual gozó de una gran aceptación y reconocimiento por parte tanto de críticos como de los propios lectores.

ana-maria-matute01_noticia-horzDe la misma manera que caló en los lugares y en las escenas que creó Ana María Matute, ese pesimismo del que hemos hablado también fue fundamental para el nacimiento de los muchos personajes que recorrieron la obra de la autora. Un ser triste y obsesivo a la vez que lleno de inocencia fue el prototipo de personaje que la autora creo desde un primer momento y a raíz del cual se fueron sucediendo los siguientes. Todos ellos tienen como punto común su final trágico y desgraciado. En ellos, la esperanza brilla por su ausencia, y tanto protagonistas como secundarios inician un viaje sin retorno un punto irremediable, la desdicha.

La política, la sociedad, y la moralidad de España sobre todo en la época de guerra y posguerra, son los temas más representativos y recurrentes de la obra de esta autora. Sus novelas, con una prosa generalmente prática y lírica, encontraron en el surrealismo y modernismo el pilar fundamental alrededor del cual giró toda su creación y desarrollo. Con un realismo desbordante, estas obras tuvieron como núcleo el período de la vida que se desarrolla desde la niñez y adolescencia hasta la vida adulta, período que sin lugar a dudas marcó de manera clara a Ana María Matute y sin el cual la mayoría de su producción habría quedado en blanco, pues definir o siquiera pensar en la obra de nuestra autora obviando aquellos años de guerra y posguerra que tan duro la golpearon, es una misión casi imposible.

Caracterizada por un aura de pesimismo y tragedia al igual que sus obras, Ana María Matute se sobrepuso a sus miedos, sus temores, a eso reales años que parecían haberse sacado de una película de terror y se convirtió en una mujer luchadora, fuerte y comprometida, una mejor cuya desdicha fue relegada a sus libros, y una mujer cuya fama y reconocimiento al igual que su recuerdo duraría por siempre.

A diferencia de lo ocurrido con muchas personas, la guerra no consiguió terminar con la vida de Ana María Matute, el destino la tenía deparada un camino largo y tranquilo. No fue hasta el 25 de junio de 2014 cuando la muerte llegó a su vida y la segó para siempre. Ese «Pequeño teatro» lleno de encanto, esa grandiosa «Torre vigía» o esa «Fiesta al noroeste» que tenía de todo menos fiesta,  junto a otros muchos más quedaron huérfanos ese fatídico día, viendo como su creadora se desvaneció de la noche a la mañana, y echando de menos a aquella niña que la guerra convirtió en mujer demasiado pronto.

 

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