«La Crazy Class»: un portentoso y a la vez humilde homenaje al teatro de nuestra vida
Por Horacio Otheguy Riveira
Cuatro actores indispensables, dos de ellos multipresentes en variedad de personajes, un caudal de talento que supera todo lo conocido de una Compañía valenciana-universal. Desde el primer momento: el espectador más despistado no tiene otra que dejarse llevar por un caudaloso mar de sorpresas ingeniosas, divertidas y muy emocionantes rumbo a un final que alcanza a Shakespeare con un epílogo fenomenal. Una loca clase magistral que sólo con la energía de sus actores nos habla del gran teatro (Chejov, Ibsen, Shakespeare…) y del no menos grande teatro de nuestra vida cotidiana.
Los de L´Om Imprebís producen, componen e interpretan La Crazy Class, un invento muy laborioso que este cronista tuvo la inmensa suerte de ver antes y después. Antes en un preestreno veraniego en el bello teatro Salón Cervantes de Alcalá de Henares, donde todo se representaba con bastantes flecos y una resolución final empastada, carente de ajuste. Y aun así, todos dejamos la butaca y nos pusimos de pie para ovacionar un espectáculo fantástico.
Poco después estrenaron en Valencia con gran éxito —pero no llegué a tiempo— y ahora llega a Madrid, y vuelvo a verles con un entusiasmo que no se siente defraudado en ningún momento. Encuentro todos los aciertos de aquel preestreno y ninguno de sus desajustes: una gozada multicolor, aunque la mayor parte se desarrolla en blanco y negro con sólo algunos destellos, pero el colorido lo pone la energía de estos actores que se desdoblan con un talento sobrenatural para ser, con pocos gestos y bien dosificado texto, personajes entrañables con los que resulta imposible no identificarse.
A las órdenes de un excelente profesor de teatro van llegando vecinos tan variados como dos hermanas valencianas que se adoran y se detestan con la misma intensidad; un chico muy tímido que quiere liberarse de una madre posesiva; un antiguo galán de cine que aparenta éxitos que ya no tiene; una mujer harta del plasta de su marido… y mucho más. Cuanto menos cuente, mejor.
La Crazy Class de teatro se desarrolla en un modesto centro cultural y la mayoría de sus participantes vienen de la calle para asumir un poco del mejor teatro posible en sus vidas, para mejorarlas o simplemente sentirse menos solos. El profesor sabe mucho, les enseñará a liberar tensiones, a imaginar, a reducir el poder de su ego, a sentirse en plenitud de facultades; en definitiva, a actuar con brillo y esplendor allí donde se presenten. Y además hay una mujer espléndida que es varias mujeres. Así se va imponiendo un homenaje al teatro, que es, en realidad, un homenaje al público, al arte de interpretar que todos necesitamos día a día para ser y no ser, según convenga.
El resultado es tan bueno que flota en el ambiente del espectáculo la necesidad imperiosa de todo el mundo de reconocer que somos «Uno, ninguno y cien mil» (que decía Luigi Pirandello: el primer dramaturgo que en el siglo XX planteó la humana necesidad de ser «otros» para sobrevivir en cualquier situación que nos toque vivir).
Apariencias y realidades, desde el militar fascista encabronado pistola en mano al pacífico señor que busca entre sus recuerdos el momento en que la felicidad dio su do de pecho, o la muchacha triste y desolada que acabará encontrando su gran amor.
Si en el tímido arranque veraniego fueron ovacionados, ahora ya forman parte indudable de la historia grande del teatro nacional, y los cuatro intérpretes agradecen los aplausos con una sonrisa cómplice, como si se disolvieran en la cara de felicidad del público y se entregaran de lleno a la extraña aventura de ser personajes y espectadores, hombres y mujeres de teatro y a la vez seres de andar por casa, entre pantuflas, observando su propia vida hecha teatro.
Gran parte de las sorpresas que la función ofrece se encuentra en una asombrosa recreación de un clásico de Shakespeare, también, claro está, con dos actores haciendo todos los personajes.
El resultado está tan logrado que, a medida que avanza la acción, «vemos» personajes y situaciones completas, escuchamos el texto recortado y reajustado, y entre sonrisas acabamos con el corazón en la mano, enternecidos a fondo porque la tragedia clásica nos alcanzó como si la viésemos por accidente, repentinamente representada por algunos habitantes de un pueblo perdido, en una taberna de madrugada: la pasión por la palabra y el teatro gestual logra que todo sea teatro, y teatro del bueno, del inmejorable, del que no se olvida, con la presencia permanente, además, del profesor y codirector de toda la función, Santiago Sánchez: una complicidad que enlaza con momentos inesperados de pequeños dramas entre chispazos de noble comedia.
Un espectáculo escrito por L´Om Imprebís
Colaboración literatura creativa: Juan José Millás
Dirigido por Santiago Sánchez y Michel López
A partir de una idea original de Michel López
Intérpretes: Carles Castillo, Carles Montoliu, Santiago Sánchez y Eleba Lombao
Diseño de escenografía: Dino Ibáñez
Diseño de iluminación: Rafael Mojas
Diseño de vestuario: Gabriela Salaverri
Coreografía: Paloma Díaz
Coordinación técnica: Light Expo
Diseño de sonido: José Luis Álvarez
Profesor de canto: Ángel Ruiz
Teatros del Canal. Sala Verde. Del 9 de diciembre 2015 al 3 de enero 2016.
De martes a sábados, 20 horas; domingos: 19,30 horas.
En la misma sala, del 11 de diciembre 2015 al 2 de enero 2016, sólo viernes y sábado a las 23 horas: Imprebís: autohomenaje de la Compañía, en el 20 aniversario de su debut improvisando temas a pedidos del público.
REPOSICIÓN EN EL TEATRO CALDERÓN DE MADRID: del 28 de mayo al 18 de junio de 2016.
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