“El hombre no mediático que leía a Peter Handke”: una novela difícil de clasificar

Por: Alfonso Mora

 

Narrativa, filología, memorias. Bastaría con echar un vistazo a las webs de las diferentes librerías para comprobar que las anteriores son solo algunas de las definiciones donde incluyen la novela del escritor venezolano Edgar Borges.

 

Publicada originalmente en el año 2012 por Ediciones en huida (Sevilla), en 2019 Ediciones Carena (Barcelona) rescata esta obra en una edición muy cuidada que le otorga nueva fuerza a un libro memorable en riesgo y creatividad.

 

Estamos ante una novela que parece haber sido escrita desde el delirio que solo alcanza la alta literatura. Un delirio capaz de contagiar al lector más indiferente.

Edición de 2019

 

El hombre no mediático que leía a Peter Handke (Ediciones Carena, 2019) es, según algunos críticos, una novela propia de la postmodernidad, si bien a su autor no le agradan la etiquetas. Pero también es una obra “híbrida” de lectura abierta. De ahí que lector deberá estar atento a las pistas que deja Edgar Borges (Caracas, 1966).

 

El hombre no mediático que leía a Peter Handke cuenta en tiempo real la historia de un investigador llamado Edgar Borges, que permanece encerrado en su habitación recopilando datos de la obra del escritor austríaco Peter Handke (Griffen, Austria, 1942). No obstante, un encierro, que podría ser considerado la opción normal de un frenético investigador que ha decidido aislarse de su familia, contiene realidades que van más allá de las cuatro paredes donde se desarrolla la historia. De niño el personaje central que habita la investigación fue secuestrado; en su aislamiento su único contacto comunicacional fue con los libros de Peter Handke. Por su parte, el sujeto real que conduce la investigación descubrirá que el personaje de su historia guarda muchas similitudes con su persona. ¿Pérdida de memoria?, ¿autoengaño?, ¿doble personalidad?  Estas y otras preguntas forman parte del hilo conductor de una ficción que, sin perder nunca su condición de novela, dibuja el contrapeso de dos encierros. En uno habita un hombre sólo con el conocimiento de las imágenes literarias de Peter Handke, y en otro una sociedad que padece de saturación mediática. ¿Qué ocurre cuando el sujeto sale de su habitación? ¿Qué clase de relación se establece entre él y su entorno?

Edición de 2012

El narrador se vale del juego narrativo para desmontar realidades mediáticas y contar, en tiempo real, un magistral híbrido literario que integra crónica, investigación y diario. Pero, ¿quién cuenta la realidad de quién? ¿El investigador o el autor? ¿Acaso el autor no es el investigador? Esta investigación podría titularse “La palabra, desgaste en la sociedad mediática y necesidad de revalorización en la vida cotidiana”; también podría ser la puerta hacia un estudio sobre la pretensión del poder establecido de silenciar a los escritores que, como Peter Handke, niegan la verdad absoluta. Sin embargo, rumbo al final del trabajo, una novela se le rebela a la investigación y determina el título de todo cuanto aquí ocurre: El hombre no mediático que leía a Peter Handke.

Edgar Borges, autor de El hombre no mediático que leía a Peter Handke

 

Recuerdo un encuentro que sostuve con Edgar Borges en Gijón, fue en el año 2010 cuando esta obra era apenas un proyecto; un año más tarde me contó que su proyecto había obtenido una beca residencia en el Centre d’Art La Rectoria, de Barcelona. En ambas ocasiones sentí que el escritor estaba convencido de la obra que tenía en mente. Seguramente el mismo convencimiento debieron tener escritores como Vicente Luis Mora y Vicente Huici, al igual que traductores de la obra de Handke como Cecilia Dreymüller, Eustaquio Barjau y Sandra Santana, cuando aceptaron formar parte de las entrevistas de su trama. En los años siguientes el libro sería publicado en España, Italia y Serbia; incluso el mismo Peter Handke, tras conocer la obra en Francia, invitó a Edgar Borges a un encuentro en el Instituto Goethe de Madrid. Hoy, al revisar la nueva edición del sello catalán Carena, la relectura me dice que El hombre no mediático es de esos libros destinados a crecer en el tiempo.

 

 

 

 

 

 

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