Teatro para leer de Steven Berkoff: ¿Hasta qué punto somos capaces de cambiar?

Por Sandra Pedraz Decker

            Steven Berkoff, (Londres, 1937) es, seguramente, uno de los autores teatrales vivos más interesantes, que trabaja siempre, según él, “luchando por sobrevivir en un mar de escoria, mediocridad y banalidad”. Por eso, se agradece el trabajo que ha realizado Teatro del astillero con la publicación de un volumen de 185 págs., que incluye tres obras suyas: Como los griegos, Kvetch y Decadencia. Una edición muy necesaria, realizada con la colaboración del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música del Ministerio de Cultura de España. Según he podido comprobar, no existe ninguna otra edición de alguna obra suya en España.

            Con respecto al libro en sí, en mi opinión, tiene el tamaño perfecto, 18×13 cm, y el diseño es sobrio y atractivo, utilizando sólo tipografía y los colores blanco, rojo y negro. Además, el trabajo de traducción de Carla Matteini de las tres obras es excelente. Como única pega, el interlineado quizá podría haber sido más ancho y echo de menos un índice. Pero, en conjunto, considero que son obras imprescindibles para los amantes del teatro contemporáneo, en las que Berkoff realiza una crítica feroz de la sociedad actual, tanto del concepto de familia, como de los valores, del cinismo y del miedo de ser o perseguir lo que realmente ansiamos. Parece que el modelo de vida que nos han/hemos impuesto nos aleja irremediablemente de la felicidad.

            En Como los griegos, nos presenta una sociedad anestesiada. Gran Bretaña se había convertido en una isla podrida. Peste emocional. En ella, el amor es un bien escaso y los individuos viven aislados y atrapados en su rutina. Somos los mayores consumidores de vídeos del mundo, puesto que habíamos perdido la habilidad de relacionarnos. El autor nos presenta su propia versión del mito de Edipo, en la que Eddy, un chico con una familia anodina y monótona, acaba enamorándose de una camarera, después de matar al gerente del restaurante (y pareja de la camarera) a raíz de una discusión. Finalmente, descubrimos que Eddy es el hijo perdido de la camarera, dado por muerto durante una excursión. Pero el verdadero hallazgo es que, en lugar de arrancarse los ojos, Eddy decide quedarse con su madre, ya que la ama, ante el asombro de todos. Parece cosa fácil oír que un hijo mata a su madre, pero es duro para los oídos de la gente oír que un hijo ama a su madre. Así, elige su felicidad por encima de las convenciones sociales o familiares.

Versión catalana de Como los griegos, dirigida en 2019 por Josep Maria Mestres. En la foto, Silvia Bel y Pablo Derqui en El Lliure.
Kvetch en Sala Muntaner de Barcelona en 2010 con dirección de Pep Pla. De izquierda a derecha, Rosa Cadafalch, Toni Sevilla, Pep Ferrer y Carme Fortuny.

            Kvetch significa “ansiedad” en yiddish. En ella, Berkoff nos habla de neurosis, ansiedad, miedo, angustia… Todo aquello que nos asalta a todas horas y no nos permite conciliar el sueño. Lo interesante es que el discurso interno de los personajes está entremezclado en el diálogo, por lo que podemos apreciar el contraste entre lo que realmente desearían hacer y lo que hacen en realidad. Esta obra está dedicada a los que sienten miedo, escribe el autor en el prólogo. En ella, nos presenta un matrimonio frustrado que no se soporta. Me gustaría largarme… pero no tengo cojones, piensa él. Todo es una represión constante y podríamos resumir el espíritu de la obra con la frase Qué habría pasado si me hubiera atrevido. Sin embargo, finalmente el marido comienza una relación con un compañero de trabajo y ella, con otro hombre. Aun así, vemos cómo el miedo nunca desaparece del todo.

Decadencia, estrenada en La Planeta, Barcelona, en 2019, con Carles Martínez y Míriam Alemany, dirección de Glòria Balañà y Altimira.

            La última obra, Decadencia, es un estudio sobre las clases gobernantes o clases altas, que a menudo buscan placer en relación directa con el sufrimiento que provocan para conseguirlo. Se trata de personas que embotan las emociones para poder soportar su propia vida. No existen ni el altruismo ni la generosidad. En ella, Sybil ha descubierto la infidelidad de Steve con Helen, y fantasea con asesinarle. A su vez, Sybil también tiene su propio amante, Les. Por su parte, Steve sospecha que su mujer le vigila. La muy zorra se lo olió tras tantas noches sin movida, y cayó su sesera en que ya no vaciaba mi tetera en su asqueroso fregadero. El problema es que Sybil es quien mantiene a Steve, y él no está dispuesto a renunciar a su nivel de vida. El dinero es el mejor lubricante. No hay vaselina que lo adelante. Gente cínica y sin escrúpulos que sólo busca su propia satisfacción.

            El lenguaje de Berkoff es directo, conciso y lleno de ingenio y mala leche. En cuanto al contenido, es de rabiosa actualidad e invita al lector o espectador a plantearse aspectos de su propia vida. ¿Hasta qué punto somos capaces de cambiar, de salirnos de lo socialmente establecido? ¿Cómo llegar a ser felices y, a la vez, hacer lo que se espera de nosotros? ¿Y por qué no atreverse de una vez?

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