«Mar caníbal», de Guillermo Molina Morales

Por Jorge de Arco.

La literatura escrita en y sobre el Caribe representa hoy día un enorme crisol de culturas, una encrucijada lingüística a la que todo escritor de las Indias Occidentales tiene el privilegio de acceder y donde habita la herencia de los idiomas de todos los imperios que conformaron su espacio y su historia: inglés, holandés, francés, portugués, danés y español. De la dicotomía mestizaje y criollización deriva una peculiar identidad, de donde surgen experiencias vitales tan diversas como sugeridoras. Los textos de los escritores allí nacidos, criados o incluso llegados hasta allá, vienen marcados por un horizonte, una metáfora y un pasado comunes que, en muchos casos, pretenden reivindicar su propia especificidad. (Cabe recordar, que la concesión en 1992 del Premio Nobel a Derek Walcott supuso un iniciático y genérico reconocimiento a la espléndida labor llevada a cabo por las escritoras y escritores de este atractivo archipiélago literario).

La aparición de Mar caníbal (Pre-Textos. Valencia, 2021), de Guillermo Molina Morales (1983), galardonado con el IV premio internacional de poesía “Margarita Hierro”, devuelve ese mencionado aroma caribeño, su afinidad y su certidumbre. Porque su historia dio comienzo con la desposesión y no con la posesión y, ese largo viaje realizado por quienes quería empezar de nuevo en otro lugar, sigue latiendo aún de forma poderosa en sus conciencias.

El autor zaragozano, residente ahora en Bogotá como docente e investigador, ha escrito, según el acta del jurado, “un poemario que oscila entre el lirismo y la crítica para bucear en la realidad histórica y social del Caribe, gracias a una estrategia coral que aúna voces y puntos de vista diferentes. El resultado es una visión poliédrica de la realidad de las islas que resalta con ánimo provocador sus paradojas y contradicciones, su crueldad y belleza”, al hilo de la concesión del citado galardón.

Los cincuenta poemas aquí reunidos dan fe de una acendrada nostalgia que conjuga con un certero despojamiento retórico. La supuesta opacidad del poema que sirve de pórtico (“Ahí; decían / / dice la crónica: sirenas / Nombrar era necesario, el desembarco en / Requerimiento en / / lengua hermosa: la ciudad / se fundaba en plan hipodámico) se torna, después, en silábica reconstrucción de un discurso explícito, ácido en ocasiones, critico en otras, renovador en su intención colectiva y comunicativa:

 

Los herederos de los esclavistas
Dividieron las mansiones en apartamentos
Que ahora puedes alquilar con ayuda del gobierno

 

El museo de la esclavitud
Ocupa tres salas del museo marítimo.

 

Mapas y grilletes y actos de contrición
Un estimado de once millones de negros.

 

La implicación social y el compromiso contra la radicalidad dotan al conjunto de una expresividad liberadora, de un verbo sustentado en la resistencia racial que quiere ser cómplice, también, de un cosmopolitismo en consonancia con este nuevo siglo.

Guillermo Molina Morales se sabe parte de un escenario y de unos protagonistas que fueron desazón y desabrimiento y alcanzaron, con empeño y amor, una semántica distinta desde la que reescribir su historia presente. Por eso, su verbo se implica de manera moral en la representatividad de aquello que ya es empírica sustancia, tal y como anota en su poema Frontera (República Dominicana / Haití):

 

Primero nos invadieron con soldados
Ahora nos invaden con pobres

 

La frontera se delimita por el río Masacre

 

El simple odio hacia los negros
Para creer que ellos no son los negros

El poemario, en suma, se presenta articulado como una secuencia única, solidaria, en la que también la ironía, la ternura, el consuelo, la piedad… cobran trascendencia, y termina derivando en una manifiesta personalización de lo reflejado. Mediante una franca adhesión a una jerarquía de valores, el yo lírico ahonda espiritualidad y meditativa fidelidad a todo aquello que es denunciable, que sabe a amenaza y falsedad:

 

No fotografías un huracán
Fotografías las noticias de un huracán

(…)

 

Hay más periodistas que personas
Hay la necesidad de que las noticias
Sean peores que en cualquier otra isla

 

Dentro de un año en la isla
Sólo quedarán las fotografías de hoy

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