“Antología personal (1974-2022)”, de Santiago Sylvester

Por María José Muñoz Spínola. LA PALABRA EN LA ARISTA.

El filósofo, teólogo y paleontólogo Teilhard de Chardin (1881-1955) (pre)dijo que el futuro pertenece a aquellos capaces de darle a la próxima generación razones para
tener esperanza (1); hecho que para el escritor, ensayista y poeta argentino Santiago Sylvester (Salta, 1942) es eterna contemporaneidad de quien sabe adaptarse, como en todo proceso cognitivo, al ajuste entre las nuevas ideas y las ya existentes.

Miembro de número de la Academia Argentina de Letras, Sylvester, en Antología personal (1974-2022) nos ofrece una parte de su obra poética, algunas reflexiones en prosa en torno a grandes obras de la literatura, y el preludio de su último ensayo presentado recientemente en España, país en el que vivió las dos primeras décadas recogidas por la editorial Libros del Zorzal. Un libro dotado de unidad en su estilo y en el que la famosa estructura conceptual de la cubierta, la Estructura Geométrica Abierta de Sol Lewitt (1928-2007), ya nos anticipa que la idea es la máquina generadora (2) del discurso.

Su poesía, merecedora de varios premios nacionales e internacionales, es la geometría de la idea que, construcción nunca agotada montaigneana, en su posibilidad de crecimiento puede ser retomada en cualquier momento. El poeta, permeable a los temas esenciales de la vida, a partir de los límites de nuestro saber como estímulo epistémico de indagación novalisiana («hay una sospecha convertida en certeza: todos / hemos dejado de estar donde solíamos/ y hay que averiguar de nuevo dónde estamos»), busca conciliar todos los opuestos como partes que se necesitan mutuamente. Arte del pensar capaz de causar asombro en su forma de oposición externa y/o interna para poner en el vértigo de la conjetura una zona íntima de nuestra conciencia, y cuya revelación será un ejercicio de la sensibilidad y el conocimiento capaces de desembocar en una intersubjetividad dialógica, donde el resultado y el proceso son dos manifestaciones interdependientes de una misma realidad.

Sylvester, para quien la poesía es una prueba de que la vida no está completa, en un afán constructor del que surge siempre una mentalidad cuestionadora («el error de hacer leyes generales / con datos que desconocemos»), en una cierta incomodidad mientras busca en el juego creativo ordenar el caos —o desordenarlo más— («El método deductivo / nos hace creer que lo igual / se parece a lo igual / pero nadie acierta del todo») con la vieja herramienta del lenguaje, en un tono y una manera de hacer sonar en la precisión conceptual el sentido de la palabra insustituible, alude a una cierta mayéutica socrática, por la que el lector ha de descubrir las verdades por sí mismo («habrá que encontrar una palabra / que no signifique perder / ni lo contrario»). Ecos al oído desde un Yo que al alejarse de sí mismo («como un reloj se despreocupa del tiempo»), elude la autorrevelación lírica y la confesionalidad y convierte la ida del existente concreto al absoluto en un acto perceptivo-reflexivo de quien busca aquello que sabe suyo pero que no está donde él está y que, herida —pérdida metafísica—que tarda toda la vida en cicatrizar, es el hueco que se debe rellenar («Ahora está claro que mi lugar / es este: casas que dejé, parajes que me dejaron: esa / cara en el espejo / llena de despedidas»).

La idea, intuición o visión, que en su representación se sirve de los aspectos formales del lenguaje y del énfasis en los significantes configura poemas en los que el contexto, la intención del poeta y la situación sitúa a la palabra en la arista: «horizonte (la mirada compleja del viajero)» más allá del estado de permanente contradicción que encarna la poliédrica naturaleza humana:

sigo sin ellas [las palabras] si tienen
la mirada suelta o retumban con sentido erróneo
y capto mi esperanza en otra parte: en las que se
puede confiar: las que ayudan
por si estamos solos. 

Leer a Santiago es tener la certeza de que siempre se está comenzando: «Me gusta / asomarme a la ventana, ver el mundo que podría no / existir y sería una pena».

****
El futuro del hombre. Pierre Teilhard de Chardin. Ed.Taurus, 1959.
2  “La idea es la máquina generadora del arte”. Párrafos sobre arte conceptual. Sol Lewitt, 1967.

Antología personal (1974-2022)

Santiago Sylvester

Ed. Libros del Zorzal

2022

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