Un hito aforístico colosal

 

Ricardo Álamo.- Parafraseando a Juan Ramón Jiménez, al hilo de lo que él decía acerca de la elaboración de las antologías y de por qué se incluye a unos y se excluye a otros teniendo en cuenta cláusulas tan peregrinas como el grado de amistad, de enemistad o de indiferencia entre quien elige a los antologados y éstos, me gustaría recalcar que, dada la enorme envergadura de la empresa llevada a cabo por el ensayista mexicano Hiram Barrios de antologar nada más y nada menos que toda la producción aforística de Hispanoamérica comprendida entre los siglos XIX y XX, cosa que sin lugar a dudas podría dar lugar no a uno sino a varios volúmenes, no sería de extrañar que algún incisivo, minucioso y crítico lector le afeara haber excluido a tal o cual escritor de tal o cual país hispanoamericano, y que en cambio sí haya incluido a autores cuyas obras no se caracterizan precisamente por haber cultivado más o menos de manera recurrente (y no solo ocasionalmente) el género más breve de la prosa, ya que como ejemplo de lo primero podría citarse a Borges, y de lo segundo a Adolfo Bioy Casares. Pero que quiera recalcar tal cosa —a modo de previsora disculpa ante el posible juicio censor de ese hipotético lector crítico— no quiere decir ni mucho menos que la comparta, pues a mi modo de ver lejos está esta antología de haber sido elaborada a partir de algunas de citadas cláusulas a las que se refería el poeta moguereño cuando aludía y se quejaba a la vez del muy poco objetivo criterio que en muchas ocasiones han empleado quienes se han puesto a la tarea de realizar una antología, que más que por razones ecuánimes se han dejado guiar por arbitrarias sinrazones o simplemente por la existencia o no de ciertas afinidades electivas con los antologados (sobre todo si estos están vivos). Se mire como se mire (y se puede mirar de muchas maneras) no parece ser este el caso de Disparos al aire. Y no lo parece por la sencilla razón de que, como el propio Hiram Barrios se encarga de justificar en su muy sesudo, largo y trabajado prólogo, ha preferido incluir a «aquellos autores que cultivaron el aforismo de manera frecuente, o que contaran con una colección que permitiera seleccionar una muestra de, al menos, una docena de estos», dejando fuera «reflexiones, pensamientos o disertaciones en párrafos sueltos o cuya extensión no permitiera la concisión que demanda el aforismo». El resultado final de su selección es colosal: un amplio y representativo florilegio de voces (sesenta y cinco en total) que en el vasto continente americano se han expresado en lengua española a lo largo de los dos últimos siglos. El título de la antología procede de una carta —fechada el 7 de enero de 1930— de José Antonio Sucre, en la que el poeta venezolano definía los aforismos como disparos al aire, dando a entender con ello que era un modo de defenderse de quienes se habían sentido aludidos (y atacados) en sus escritos.

Sin entrar a hacer una valoración particular de cada uno de los autores seleccionados por Hiram Barrios —demasiado poco espacio el de esta reseña para demasiados autores—, sí considero necesario, aunque solo sea someramente, repasar algunos aspectos del profuso prólogo en el  que el autor mexicano expone sus puntos de vista acerca del desarrollo que el género aforístico ha tenido a lo largo de la historia en toda Hispanoamérica. Sin llegar a la impugnación o a alguna clase de instancia censora, Hiram Barrios comienza su plática recordando la problemática históricamente abierta a diferentes controversias respecto al estatuto definitorio de lo que es un aforismo, dado que unas veces se lo ha descrito como reflexión o pensamiento, otras como mínima máxima, otras como sofisma y, en fin, también como cita, proverbio o moralidad, dando con ello pie a una difusa y confusa percepción sobre lo que realmente es o deja de ser lo que engloba tal término. Así, bajo ese paraguas conceptualmente impreciso, no es de extrañar que algunos autores hayan inventado su distintivo y peculiar palabro para referirse a sus propias creaciones literarias, llamándolas en unos casos aforemas o aflorismos, en otros nótulas, o más poéticamente aerolitos, greguerías o cofrecillos, por citar solo algunos ejemplos. Esta versatilidad terminológica, esta indefinición del aforismo, dice Barrios que es más una limitación de quien se acerca a este que no del aforismo mismo, añadiendo a continuación que no haría falta una nueva definición como solución inmediata para salir del embrollo conceptual a que ha dado lugar la vaguedad del término. Una vaguedad que, con todo, no condesciende con aceptar que sea aforismo todo aquello que no cumpla una serie de requisitos, principalmente los tres que el también antólogo y estudioso del género aforístico José Ramón González, y a quien Hiram Barrios sigue a pies juntillas en este punto, considera imprescindibles, a saber: máxima condensación verbal (sintáctica y léxica), máxima apertura semántica y máxima capacidad expansiva y proyectiva. Pero a mi modo de ver, si no fuera porque sabemos que ambos ensayistas se están refiriendo con esos tres requisitos a los propios aforismos y no a otra clase de textos, no sería descabellado pensar que esas tres condiciones podrían valer lo mismo para un roto que para un descosido, o sea, lo mismo para un haiku que para un microrrelato, pues la prescripción de cumplir con esas tres “máximas” también se admiten como necesarias para esos otros dos géneros literarios. No creo, pues, que porque un texto breve condense una idea semánticamente rica y se abra expansivamente a multitud de lecturas vaya a ser por eso un aforismo. Quizá la cuestión de qué sea o no sea un aforismo continuará abierta sine die, o quizá, para acabar de una vez por todas con esta cuestión, lo mejor sería ejercer la voluntad tautológica, es decir: aforismo es lo que uno quiere que sea aforismo, y no lo es lo que uno no quiere que lo sea. De esta manera se aceptaría, por ejemplo, que todo aforismo es un pensamiento breve, pero no todo pensamiento breve es un aforismo, o que todo sofisma no es un aforismo pero que hay aforismos en forma de sofismas.

En cualquier caso, y dejando estas disquisiciones interminables para expertos en la materia, y por volver a la antología de Hiram Barrios, no quiero pasar por alto el hecho de que en la misma hay expuesta una imponente recapitulación histórica sobre el desarrollo del aforismo en los diferentes países hispanoamericanos, sobre todo aquellos en los que Ramón Gómez de la Serna dejó una indeleble huella proyectiva, especialmente Argentina y México, donde las formas literarias innovadoras y el élan rupturista que supusieron los movimientos de vanguardia europeos tuvieron un impacto más perdurable. Sobre esa huella y ese impacto diserta con precisión y profundidad Hiram Barrios, no sin descuidar los antecedentes decimonónicos e incluso anteriores que la presencia del aforismo tuvo en toda Hispanoamérica.

Capítulo aparte, y que denota la profusión de lecturas en las que ha penetrado con habilidad y pulcra exégesis este joven ensayista mexicano, son las muchas alusiones y referencias a diferentes expertos o autoridades competentes en el tema, que van desde Juan Varo Zafra, Manuel Neila, Bundgaard, Helmich o José Luis Trullo hasta el ya mencionado José Ramón González, entre otros, con quienes en la mayoría de los casos parece concordar respecto a sus valoraciones sobre el controvertido estatus que tiene y ha tenido el aforismo no solo en Hispanoamérica sino también en el resto del mundo. De esas lecturas y concordancias, no sin alguna que otra discrepante urgencia —como por ejemplo la necesidad de abordar de una manera clarificadora los límites del género, para evitar la confusión entre textos afines o la proliferación de términos arbitrarios o polémicos—, da cumplida cuenta Hiram Barrios en su minucioso trabajo. Y es por todo esto, y por el inmenso acopio de materiales textuales que por su dispersión en revistas y diarios del otro lado del charco no resultan nada fáciles de encontrar, esta antología merecería figurar sin ningún género de dudas como uno de los grandes hitos bibliográficos más recientes dedicados al aforismo.

 

Disparos al aire. Antología del aforismo en Hispanoamérica. Hiram Barrios (ed.). Ediciones Trea, Gijón, 2022.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *