Algas verdes de Inès Léraud y Pierre Van Hove

Portada de Algas Verdes (Astiberri)

El cómic europeo ofrece obras magistrales que serán el deleite de los aficionados al noveno arte. Algas verdes es uno de estos trabajos. Veamos por qué.

La naturaleza parece que está en constante conflicto con el ser humano. Bueno, en realidad es el progreso humano quien parece no poder dialogar con el medio natural. Esta problemática ya la tuvieron bien clara algunos pensadores ilustrados que buscaban un progreso social sin dejar a un lado la naturaleza. Unos de ellos fueron conscientes que la ciencia podría llegar a ser uno de los interlocutores privilegiados de este diálogo entre el progreso humano y el medio natural.

Con el paso del tiempo yo diría que la situación no ha cambiado demasiado. De hecho, Léraud en su obra Algas verdes. La historia prohibida nos cuenta como los problemas ambientales y de salud no son tenidos en cuenta ante los intereses económicos y los valores neoliberales. La obra está centrada en un caso de contaminación por algas en las playas de Bretaña. Estas algas producen toxinas que afectan a la salud de los organismos y, periódicamente, terminan en las playas de dicha región francesa.

El cómic, desde una perspectiva realista, nos adentra en un trabajo documental sobre la investigación de este problema ambiental. A lo largo de la narración se nos va a mostrar la manera en que diversas instituciones son manipuladas y alteradas para evitar, en lo posible, que se produzcan efectos económicos negativos. Al fin y al cabo, las plazas son uno de los mayores atractores de turismo. Por lo que se podría generar un impacto en la economía local que pocos desean.

Página interior de Algas Verdes.

Ante esta situación, las soluciones parecen escasas y la investigación conduce a una causa potencial: los sistemas de producción basados en macrogranjas. Ellas producen grandes cantidades de desechos que terminan afectando antes o después. A su vez, también se nos indican las limitaciones que tienen los agricultores. Esto hace que, en ocasiones, ellos tengan la justificación para ir hacia un sistema de producción intensivo y no extensivo. No obstante, Léraud también nos muestra la alternativa, la explotación extensiva. Todo ello sin moralina y con el realismo de un adecuado trabajo documental.

El planteamiento de la obra es claramente racional y documental. En este sentido, la estructura formal atiende a estas necesidades de narración avalorativa. Así mismo, la narración escrita opta por un enfoque descriptivo y carente de personajes. Esto es, los personajes de la obra son planos y sirven como apoyo a la narración. Algo semejante a lo que sucede con la acción, la cual está reducida al mínimo para evitar perder capacidad y potencia expositiva.

Por otro lado, la narración visual sigue un patrón semejante. Tiene un fuerte carácter realista y descriptivo. Los rostros no tienen demasiada importancia y todo pivota alrededor de la descripción de los hechos. Además, los colores empleados por Van Hove tienen cierto carácter irreal. Intencionalmente existe un exceso de los colores verdosos y de cierto aire, incluso, psicodélico. Sin ninguna duda Van Hove pretende transmitirnos la toxicidad y la coloración de las algas.

El trabajo se complementa con documentación e imágenes que dan veracidad y verosimilitud a todo lo expuesto en el cómic. Un cómic que denuncia como nuestro sistema actual está alejado de un posible entendimiento con la naturaleza. Un sistema que no está dispuesto a modificar sus presupuestos y su concepción del mundo. Para ello, incluso se llega a rechazar o aparcar a la ciencia (aunque en otros momentos también la idolatramos).

 

Por Juan R. Coca

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