Teatro para leer: «Escenología del Libro de los Sueños», de Iván González Cruz

Horacio Otheguy Riveira.

Desde Cuba, donde nació en 1967, Iván González Cruz fue integrándose en el mundo cultural académico y literario mundial con distintas paradas internacionales, hoy catedrático en la Facultad de Bellas Artes de Valencia. Ensayista, novelista, poeta en fin, la máxima estatura del literato abierto al mundo con sus constantes vitales enamoradas del poder de las palabras en un contexto de investigación permanente.

A partir de esta impronta, o en medio de ella, la relación de la Civilización Egipcia con el arte y en especial el teatro le ha permitido elaborar libros muy valiosos, ya comentados en estas páginas, tales como El Nāṭyaśāstra: la técnica del arte escénico y La escritura fundacional de la escena... Trabajos que hacen del pasado lejano un tiempo cargado de futuro.

El Libro de los Sueños del antiguo Egipto —ahora por vez primera en castellano—, funda en la historia de la humanidad la tradición de compendiar e interpretar nuestro mundo onírico, desarrollada después por Artemidoro, Freud y Jung, lo que convierte a este manuscrito en un precedente único.

Esta obra, además de aportar un conocimiento antropológico inédito sobre cómo pensaba, sentía y vivía aquella civilización, posee un inestimable valor por la universalidad de sus temas y los múltiples ámbitos implicados en sus páginas, que hacen su contenido imprescindible para los investigadores y amantes de la literatura, el arte, la historia y la psicología.

Junto al Libro de los Sueños, también citado como Papiro Chester Beatty III, se publican otros escritos egipcios de vital importancia, hasta entonces no traducidos en el contexto hispanoamericano, que contribuyen al enriquecimiento del imaginario onírico que se nos revela, el cual sorprenderá al lector por la sinceridad y naturalidad con que se abordan los secretos más íntimos del alma humana. Un estudio minucioso que desvela la influencia del mundo de la escena en la configuración de los sueños, abriendo así una nueva línea de investigación sobre este trascendental papiro.

Ilustración XIII. Tumba de Hatshepsut,, valle de los reyes. Dinastía XVIII.

«[…] El autor del Papiro Chester Beatty III se comportó de un modo equivalente al esbozar los escenarios de sus escaletas de sueños en un acto de invención que crea en el personaje, al actor y el público. Él, semejante a quien adivina el efecto futuro que tendrá un oráculo, debió presentir el impacto visual de un signo. Los jeroglíficos y la escritura hierática, con sus trazos y dibujos, impregnan al espectador que ignota su lenguaje de una impresión de surrealidad, como si nacidos del ensueño de la conciencia quisieran transmitir que siempre hay un significado en las cosas aparte de su sentido real o aparente. Desde el inicio del Libro de los Sueños esa sensación irá guiándonos a percibir hasta qué punto la palabra, el arte, han sido herederos de una composición onírica.

Ilustración III. Piedra caliza esculpida. Berlín. Ägyptisches Museum.

Lo abstracto, el hombre que se ve a sí mismo en un sueño, se humaniza con el constante simbolismo de las acciones escenificadas que recorren las secuencias oníricas: «Si un hombre se ve a sí mismo» bebiendo vino, bueno: eso significa vivir con justicia». En una fluctuación dialéctica lo singular se reintegra en lo cósmico, porque esta justicia no evoca solo al individuo, sino que personifica a Maat (y su representación en la psicostasis. Apéndice IV), su noción trascendental. La parábola acompaña el relato en las distintas cláusulas que irán surgiendo, a la vez que escinde lo figurativo en varias direcciones connotativas: «Si un hombre se ve a sí mismo en un sueño comiendo carne de cocodrilo, bueno, eso significa comiendo las posesiones de un funcionario». El cocodrilo encarna el símbolo de la gula en este pasaje sin dejar de insinuar otros atributos suyos. Él estaba en Sobek, el dios que con multitud de formas evidencia cómo lo simbólico caracteriza a la cultura egipcia: el ba se ilustró como un ave zancuda o un pájaro con cabeza humana: el jeroglífico «nariz» convocaba a las palabras que remiten al placer y el ser feliz: el loto por su peculiar ciclo de cerrarse al atardecer y abrirse cuando amanece se convirtió en un emblema de la resurrección; a la comida en la noche la llamaron los egipcios aparición de las estrellas ; ellos decían que un perfume precede el advenimiento de un dios. […]».

Ilustración II. Pintura de la tumba de Najtamon. Dinastía XIX.

 

Ilustración X. Cabeza de Hatshepsut. Deir el Bahari. El Cairo, museo egipcio.

 

Escenología del Libro de los Sueños (Papiro Chester Beatty III)
Iván González Cruz
ISBN: 9788419544568
Tamaño: 160 X 230
Páginas: 350
Tipo: Tapa Blanda
Editorial universitaria Aula Magna McGraw Hill

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