«Muelle oeste»: el mundo marginal de Bernard-Marie Koltés en una gran puesta de César Barló
Horacio Otheguy Riveira.
Un mundo en declive, el de Bernard-Marie Koltés (Francia, 1948-1989), fallecido a los 41 años, tras una existencia de gran creatividad, integrado en el sistema, prolífico y polémico escritor en busca de luz en medio de la oscura violencia de una sociedad en permanente crisis, con una desigualdad social catastrófica. Integrado en el sistema, muy crítico, y con un sentimiento marginal que le llevó a interesarse por los sectores donde el hambre, la promiscuidad desesperada, las drogas y el sida hacían una dislocada fiesta permanente. Fiesta multicolor hasta degenerar en un tono desesperadamente negro, coral, que abunda en este Muelle oeste, como en otras de sus piezas más representadas, como Roberto Zucco, retrato muy personal de un asesino real.
Muelle oeste es, durante una larga noche, el enfrentamiento de los dos extremos de la sociedad. Un financiero estafador baja a los muelles con intención de suicidarse. Los personajes que pueblan el suburbio, lo salvan y ven en él la posibilidad de salir del pozo de miseria. Buscan escalar social y económicamente. Como dice Charles, el emigrante que quiere dejar atrás los muelles: “prefiero ser el más bajo de los altos, que el más alto de los bajos”. En el muelle, donde no atracan ya los ferris que permiten pasar al lado luminoso de la sociedad, deambulan inmigrantes, excombatientes, chulos y un siniestro personaje -el Negro- que controla todo ese lumpen.
La ambientación del escenario y toda la puesta en escena, desde la primera escena (una burguesa perdida junto a un amigo que viene al maloliente muelle a matarse) coronan de gloria un texto en exceso reiterativo, y algo envejecido por su monótono deambular por la miseria de sus personajes. Es en la producción de esta veterana compañía Almaviva Teatro con dirección de César Barló donde cada intérprete realiza una composición evolutiva, a cada paso, por mucho que el texto «necesite» repetirse, la actitud corporal avanza, recreándose a tal punto que cada hombre y cada mujer de la representación acaban por formalizar un coro tan desgarrador como humorístico en la deformación tragicómica de la existencia.
Antes de entrar en la Sala Mirador, incluso antes de adquirir la entrada, interesante resulta leer esta transcripción parcial de una carta del autor a un amigo en 1983, donde menciona un aire poético inspirador de esta obra cuyo desenlace deja en evidencia que transcurre en Estados Unidos:
«Y luego, debo decirte que pasar unas horas, en una noche calurosa, en el embarcadero del muelle que da a Nueva Jersey, brumitas raras y sirenas de barco, (…) y el sonido de una zambullida en el agua, todo eso, despierta recuerdos mitológicos incluso en un cerebro tan inculto y toscamente cortado con reggae como el mío, historias de un río que hay que pasar y de la muerte y de volver a la orilla, posible o imposible…»
Dirección César Barló
Producción AlmaViva Teatro
Dramaturgia Bernard-Marie Koltès
Reparto
Por orden de aparición:
Mauricio Koch: Juanma Navas
Mónica: Teresa Alonso
Carlos: José Gonçalo Pais
Abad: David Ortega
Clara: Paula Susavila
Fak: Moisés Chic
Cecilia: Natalia Rodríguez
Rodolfo: Samuel Blanco
Espacio Escénico Juan Sebastián
Vestuario Karmen Abarca
Espacio sonoro AlmaViva Teatro
Iluminación César Barló
Fotografía AlmaViva Teatro
Diseño gráfico José Gonçalo Pais